Por JUAN T H
El tema de “las
tres causales” no debería ser objeto de discusión a estas alturas del
desarrollo humano, como no deberíamos sentirnos orgullosos -todo lo contrario-
de mantenernos en la lista vergonzosa junto con Nicaragua, Honduras, Guatemala
y Haití, extorsionados y chantajeados por las iglesias, grupos políticos y de
la sociedad civil desquiciados.sin calidad intelectual ni moral.
Soy pro vida.
Siete hijos -cuatro varones y tres hembras- lo confirman. He defendido la vida
en todos los escenarios en los que me ha tocado ejercer mi derecho -que muchos
quisieran coartar- a decir lo que pienso. Estoy de acuerdo con el aborto porque
creo que son las mujeres quienes deben tener el derecho a decidirqué hacer con
su cuerpo y su sexualidad. De igual modo deben tener el derecho a decidir
cuantos hijos tener, incluso a no tener ninguno. Es su cuerpo, es su vientre,
es su vagina, es su sexualidad, es su conciencia.
Apoyo el aborto
porque defiendo la vida de las mujeres, sobre todo de las más pobres, que son
las que generalmente mueren cuando intentan interrumpir un embarazo, porque las
de clase media lo hacen con el menor riesgo en el país o en el extranjero.
Para una mujer un aborto es cosa sería, no un
juego. Las secuelas físicas y emocionales son muy duras. El aborto es cosa de
mujer, no de hombre. Dejemos que ellas decidan. Es su vida, es su vientre.
La generalidad
de los hombres de mentalidad medieval cree que la mujer es una incubadora, una
vagina para el placer y la reproducción. Las iglesias, que hicieron suyas las
ideologías machistas desde la propia concepción de la creación del mundo por un
ser sobrenatural han establecido su predominio. La mujer es un ser considerado inferior.
Durante miles de años se le atribuyó un cerebro más pequeño que el de los
hombres, y por lo tanto, incapaz de aprender ciencias matemáticas, física y
química. Se le impedía estudiar determinadas carreras, incluso impartir
docencia en universidades prestigiosas donde solo tenían acceso los
hombres. Es la mujer la responsable de
todos los males del hombre al utilizar sus encantos para que el estúpido de
Adán comiera la manzana del “árbol prohibido”. No en balde la mujer no puede
ocupar puestos relevantes en la iglesia católica, donde su rol es de
servidumbre. La mujer es una cosa, una propiedad similar a un mueble o un auto.
Ningún ser ha
padecido más desprecio, humillación, atropellos y explotación que la mujer. Ha
sido esclavizada, pisoteada, ignorada y violada no solo sexualmente, sino en su
condición humana a pesar de ser la mitad de la población del mundo y la madre
de la otra mitad.
Los que se
autodefinen “pro vida” se preocupan de los que no han nacido, no de los que
nacieron.Parece no preocuparle en lo más mínimolos 8 mil 500 niños que mueren
todos los días de hambre, según la Organización Mundial de la Salud, los 160
millones de niños y niñas de las calles en todo el mundo, los 80 mil niños abusados
sexualmente, muchos de ellos por curas y pastores cristianos pedófilos, los 180
millones de niños y niñas entre los 5 y los 17 años de edad sobreexplotados en
fábricas, campos agrícolas, etc. Esos, que sí nacieron, que viven en pobreza
extrema, son los que deben ser protegidos. Millones de ellos mueren antes de
cumplir los 5 años de edad. ¿Dónde están los “pro vida”? ¿Por qué no los
adoptan, los alimentan, los educan y le brindan amor?
En una isla
donde “los indios vivos se convirtieron en cristianos muertos”, asesinados
hasta la extinción total y definitiva, la iglesia católica no puede hablar de
vida, esa iglesia que estuvo al servicio de las dictaduras que masacraron
generaciones en todo el hemisferio. Defender la vida en medio de un cementerio
creado por ellos mismos parece absurdo. La iglesia de la inquisición que le
costó la vida a cientos de miles de personas no puede proclamarse “pro vida”
para oponerse a las tres causales.
Lamento que los
políticos -mayoritariamente hombres- no cumplan su promesa de imponer las tres
causales con argumentos baladíes que reflejan desconocimiento y miedo a los
poderes fácticos. La ignorancia y el fanatismo religioso parece que lograran
impedir que el Congreso apruebe las tres causales.
PD: Conozco
congresistas, dirigentes políticos, curas, pastores y empresarios que alguna
vez obligaron a sus mujeres, amantes y novias, a practicarse abortos.
Abortistas en contra del aborto ¡Cuanta hipocresía! ¡Cuánta doble moral! ¡Uf!
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