Por Luis Aníbal Medrano S.
Con el
siguiente pretendido análisis es posible que esté comprando la madera con la
que confeccionarán mi cruz y los clavos fabricados con el acero del reproche
para fabricarla de manera estoica.
En mí
adorada tres cuartas partes de la isla llamada República Dominicana estamos
viviendo el inicio de un nuevo modelo de gobernar. Comprendido e incomprendido
a la vez, dependiendo del grado de compromiso real y sincero que se asuma con
la realidad latente para definir el gobierno del Cambio.
Me
confieso furibundo defensor del modelo del cambio y todo lo que eso implica. Me
han acusado de extremadamente paciente en la espera de lo prometido y hasta nos
han tildado de masoquista porque entienden que nuestro trabajo es merecedor de
mejor suerte para ser correspondido con lo que los críticos entienden que nos
merecemos. Eso es subjetivo, porque mi principal anhelo era salir de una
camorra conformada por aves de rapiñas que dejaron en los huesos las arcas del
Estado. Se logró, la desalojamos. .
Estoy tan
comprometido con el Cambio y su andamiaje gobernante, a tal grado que, a pesar
de la crítica de uno que otro dirigente de la seccional neoyorquina, soy reeleccionista
desde antes de ganar (con el perdón del compañero presidente Luis Abinader).
Razones tengo de más, razones que me faltaría espacio para enumerarlas dentro
del limitado espacio que nos permiten los periódicos en sus diferentes
denominaciones.
Aterrizando
al motivo fundamental del presente trabajo, quiero señalar que al igual que
este servidor existen muchos compañeros de la circunscripción no. 1 del
exterior que están corriendo la misma suerte de este mortal. Compañeros y
compañeras que hicieron un trabajo encomiable en favor de la llegada del deseo
nacional del cambio, compañeros que desafiaron todo tipo de adversidades para
forjar la armadura gubernamental que honrosamente hoy nos dirige, compañeros
que se “chuparon” las dos campañas presidenciales y no fueron guabinosos,
escurridizos, ni mucho menos fueron radicales opositores, abiertos o
disimulados, del entonces candidato presidencial peremeista Luis Rodolfo
Abinader Corona.
Aquí viene
entonces el famoso “pero dominicano”. Pero, todo ese trabajo no fue lo
suficientemente compactado para que al momento de evaluar y reciprocar a los
actores de los diferentes niveles políticos no existiera excusa alguna para
tardar en corresponderle a ese componente humano. El yoísmo, la pedantería, el
egocentrismo, la serruchadera de palo y el chisme barato, entre otros adjetivos
calificativos que pudieran reseñarse, empaño el desempeño de lo que fue
el trabajo de las bases peremeista en Nueva York, especifico, de las bases,
porque los “lideres” locales se la buscan como quiera para ellos y su entorno.
Ese
liderazgo de la circunscripción No. 1 del exterior tiene que reflexionar por el
bien de todos y la permanencia de nuestro partido en el sentimiento de los
dominicanos residentes allí. La fuga retorno de dirigentes de cierta
importancia, así como la falta de coordinación y malicia mal disimulada con
ribetes de rencor al momento de presentar los candidatos a las diferentes
posiciones gubernamentales, tendrá sus efectos nocivos en los futuros procesos
electivos.
Esa alta
dirigencia, al actuar de esa manera, creó situaciones no deseadas. Otra fuera
la situación del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en la circunscripción No.
1.
Estoy
seguro que el compañero presidente Luis Abinader cumplirá, aunque le lleven
ocho listados diferentes, aunque los altos mandos de las diferentes seccionales
en esa demarcación quieran seguir imponiendo a sus familiares, empleados y
allegados. El presidente Abinader cumplirá porque sabe cómo hacerlo y esa
capacidad que le caracteriza la continuará demostrando poniendo la casa en
orden, a pesar del grupeo culpable.
El
autor es político, municipalista, periodista y locutor residente en el Bronx,
New York
Compañero Luis, muy acertado este artículo el cual no tiene desperdicio
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