Por Miguel Ángel Cid Cid
En sus cartas fundacionales, los partidos políticos
dicen representar los interesesde la nación. Afirman defender los ideales de
libertad, democracia y los derechos humanos. Pero en la hora decisiva se
aferran a los intereses de sus cúpulas dirigenciales, acumulan poder y amasan
fortunas. Es como decir que llegan vistiendo chancletas samurái y luego se
pasan a Louis Vuitton.
Los peledeistas creen que, con su obra de gobierno
de veinte años, honraron el compromiso constitutivo --culminar la obra de
Duarte--, consignado en sus estatutos. El PLD cumplió tan bien su misión que
las fortunas acumuladas por la cúpula dirigente alcanzan para saciar la pobreza
del pueblo haitiano. Hubo compañeros que sus ahorros sobrepasan los 32 mil
millones de pesos; otro supera los 23 mil millones; otro con más de 16 mil
millones de pesos.
El más pobre de los principales líderes morados
tiene una cuentecita bancaria porencima de los 2 mil millones de pesos. Pero
cuidado, no se puede pecar de injustos. Una cuota de peledeistas millonarios
repentinos abandonó la gallina de los huevos de oro y fundó la Fuerza del
Pueblo, llevándose, de paso, todos los huevos que pudieron.
Esos pueblistas se perciben como los únicos
defensores de la democracia y la transparencia. Estos no sólo se creen los
continuadores de Duarte, sino que se presentan como la reencarnación misma del
ideal Trinitario.
Bien es cierto que el prócer Juan Pablo Duarte
devolvió el dinero sobrante de los viáticos para cumplir una misión en el sur
del país. Los tránsfugas rememoran la historia, pero se cuidan de no cometer el
mismo error.
Entre los afortunados de la Fuerza del Pueblo hay
quienes son tan precarios que sus ahorritos no alcanzan los setecientos
millones de pesos. Pero hay pueblistas que amasan una friolera con más de 12
mil millones. Otro solamente acumulo 11 mil millones. Hubo dos de ellos que se
quedaron en la miseria. El primero tiene 5 mil millones y, el segundo, 3 mil.
Ninguno desperdicia oportunidad para acusar de ladrones a sus antiguos
compañeros peledeistas. El conejo sigue confundido, cree que el orejú es el
burro.
Visto, a vuelo de pájaro, éste inventario, se puede
afirmar con Joaquín Balaguer que “este es un país rico pobremente
administrado”. Pero visto desde el espejo de los partidos políticos la gestión
de gobierno ha sido más que eficiente. Si no, pregúntele usted, amigo lector, a
los trescientos millonarios que hizo Don Elito.
¿Acaso no fue el mismo Balaguer-PRSC que fue sacado
del gobierno por criminal y ladrón? Así es. Pero ocho años después regresó como
padre de la democracia y se terció la ñoña por un decenio completito. ¿O no fue
el PRD, hoy PRM, que subió en 1978 y cayó en 1986, señalado como lo peor del
país? Si, es cierto. Peroganaron otra vez en el año 2000 y ahora de nuevo, pero
como los espías, con otra identidad.
Los perremeistas, por ejemplo, aseguran que harán
honor a su nombre. Es decir, van a modernizar el país. Se presumen, en esencia,
los depositarios del cambio. Y es verdad que “todo cambia, excepto el propio
cambio”. Pero de la afirmación de Heráclito, el PRM solamente acoge la parte
final. Hicieron conciencia de que el cambio no cambia. Y ellos son el cambio.
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