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sábado, 31 de octubre de 2020

De Ruth Bader a Amy Coney


 

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POR ROLANDO ROBLES    

 

Las comparaciones, a veces, resultan improcedentes, injustas y odiosas; pero, son necesarias y en ocasiones, hasta inevitables. Cuando comparamos hechos y personas, ponemos en contexto público las posibles consecuencias que se desprenderían de nuestra decisión.

 

Con la partida física de la honorable Ruth Bader -una pérdida irreparable para toda la sociedad- se presentó la oportunidad de sustituirla y el presidente Trump procedió a nominar a la honorable Amy Coney Barrett para cubrir la vacante.

 

El Senado, en una decisión apresurada y perfectamente institucional, aunque polarizada y marcada por la lucha política del momento, aprobó la selección que presentó el Presidente. Con una votación dividida, conforme a la composición del hemiciclo, Amy es hoy la nueva juez de la Suprema.

 

Tengo la creencia de que, si no viviéramos esta confrontación partidaria tan aguda, la nueva juez hubiera logrado un margen más amplio en su elección; por lo menos diez o doce senadores demócratas se hubieran sumado a la iniciativa de los republicanos. Pero, se vive la hora de las definiciones en el Congreso y no hay espacio para juicios individuales.

 

Ahora, lo interesante es poder establecer con objetividad, si la Suprema gana o pierde con la sustitución de Ruth por Amy, al margen de lo disímil de sus credos yorientaciones sociales. Y es aquí donde entiendo yo, está lo controversial de la idea. Se trata de estimar el peso específico de cada una de estas ejemplares damas en el instante que llegaron alacorte superior.

 

Ruth se recibió primero de Cornell University y luego de la Escuela de Derecho de Harvard University, siendo una de las mejores en su promoción. Ejerció el derecho y trabajó para las universidades Rudger y Columbia. Además, fue parte del staff de Edmund L. Palmieri, juez de distrito, durante dos años.

 

Antes de ser nominada al Tribunal de Apelaciones del DC, Ruth se distinguió en el campo de la lucha social. Su apuesta principal fuela igualdad entre hombres y mujeres, o, mejor dicho, la emancipación de la mujer, aunque ésto último suene fuera de contexto en el siglo XXI y en la primerarepública democrática real del mundo.

 

Pero, cual que sea la lectura que se tenga de la honestidad del planteamiento, aquella diminuta muchachita de Brooklyn sentó sus reales en ese campo y hoy por hoy, su nombre será asociado siempre al eufemismo de la igualdad entre hombres y mujeres.

 

En este punto, creo que debo hacer una precisión, para tranquilidad y deleite de Aby, mi hija mayor. El sarcasmo en la exposición escrita no es un ingrediente de buen gusto y mucho menos en la conversación; pero, a veces, brota de manera espontánea, solamente para evitar hacer juicios mucho más punzantes y que no queremos hacer públicos. El asunto de la lucha por la “igualdad de género” viene a ser una soberana hipocresía, porque a ninguna de las partes envueltas le interesa levantar esa bandera con sinceridad.

 

Retomando el sendero y revisando la cronología, antes de llegar a los tribunales y ser recibida por todos de pie, RBG libró una guerra frente al conservadurismo, siempre a contracorriente; y todos fuimos cómplices, porque admitíamos la legitimidad de sus postulados, aunque nos distanciáramos de su pensamiento social. Nos cautivó su arrojo y valentía, másno, la justeza de su pensar.

 

Ya instalada en el olimpo de la Suprema Corte, Ruth nos dio mucho que pensar. Siendo una liberal de barricada, en variasocasiones cerró filas y votó junto a sus colegas más conservadores, revelando la intrínseca rebeldía de su interior. Pero, también, encabezó memorables jornadas de lucha por las causas modernistas, nobles e igualitarias.

 

En el verano del 2016, RBG nos sorprendió con una irreverencia mayor. Con la lucha política al máximo, acusó al presidente Trump de “farsante e incoherente”, calificativos muy escuchados por el mandatario, pero, nunca provenientes de un juez de tan alto tribunal; cuyos miembros son considerados -por toda la nación- como seres humanos que “están por encima del bien y del mar”.

 

Y tan rauda como la acusación, nos llegó la rectificación, lo que nos conduce a descubrir una singular característica de esa “honorable, aún después de muerta” juez. El acto de constricción, tan propio de las confesiones culposas, tampoco se hizo esperar. En una declaración a la prensa, Notorious RBG afirmó lo siguiente: Reflexionando sobre mis comentarios recientes, en respuesta a preguntas de la prensa, creo que fueron inapropiados y me arrepiento de haberlos hecho.

 

Poniendo en una balanza el legado de Ruth, antes, durante y después de su paso por la Suprema, creo que ha sido de beneficio para toda la ciudadanía, incluidos sus desaciertos. Su herencia es un canto a la valentía y un desafío para las generaciones por venir. Su historia, ya pertenece a las generaciones por venir.

 

Pero su sucesora, Amy Coney Barrett, no es menos “notorious” y de su accionar esperamos aportes similares, aunque no sean en la misma dirección. En todo caso, será en otra entrega cuando sopesaremos, como hacemos hoy, los logros de su carrera.

 

 

¡Vivimos, seguiremos disparando!

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