Previo al acto, se depositó una ofrenda floral en el monumento histórico a Salomé Ureña de Henríquez, presidido por la titular de Cultura, profesora Carmen Heredia, y reconocidos poetas.
SANTO DOMINGO, R. D.- El Ministerio de Cultura celebró con gran júbilo el Día Nacional del Poeta,
fecha en que se conmemora el natalicio de la poetisa de mayor trascendencia,
figura central de la lírica dominicana, Salomé Ureña de Henríquez.
En el acto se realizaron recitales poéticos declamados
por escritores dominicanos, con la participación de la Compañía Lírica
Nacional, como parte de la agenda conmemorativa.
Una hora antes del evento, se depositó una ofrenda floral
en el monumento histórico a Salomé Ureña, con la presencia de la ministra de
Cultura, Carmen Heredia, y reconocidos escritores, quienes resaltaron la figura
de la destacada poetisa del siglo XIX.
La titular de Cultura encabezó la actividad en el lobby
de la institución, acompañada por los viceministros: Giovanni Cruz, de
Creatividad y Participación Popular; Gamal Michelén, de Patrimonio Cultural y
Fernando Antonio Cruz (Bonny Cepeda), de Descentralización y Coordinación
Territorial.
En el recital conmemorativo declamaron los poetas: José
Enrique Delmonte Soñé, Mateo Morrison, Basilio Belliard, María Cristina de
Farías, Nan Chevalier y Natacha Batlle.
De su lado, la ministra Carmen Heredia pronunció unas
breves palabras con las que agradeció la asistencia de todos los presentes en
el acto del Día Nacional del Poeta.
Heredia recordó a la recién fenecida profesora Ivelisse
Prats de Pérez, de quien hizo anécdotas cuando estudiaba en el Instituto de
Señoritas Salomé Ureña.
“Ivelisse nos enseñó amar a Salomé Ureña de Henríquez. En unas de las
veladas que celebrábamos en el auditorio, nos pidió aprendernos un poema para
recitarlo”.
A continuación, la ministra se dispuso a declamar el
poema “San Yuste”, recibiendo
los intensos aplausos del público que se dio cita al evento.
También participaron en las lecturas poéticas: Lidia
Ariza, con el poema “La llegada del invierno”; Lillyanna Díaz leyó “El Ave y el
Nido", de Salomé Ureña. Mientras que Mario Lebrón leyó el poema titulado
“Canto a la vida”, de su padre, el fallecido escritor Mariano Lebrón
Saviñón.
El escritor Basilio Belliard leyó “Cántico a la lucerna”.
Asimismo, María Cristina de Farías recitó “Ruinas”, quien también recordó que
la profesora Ivelisse Prats de Pérez le inculcó el amor por la poesía, poniendo
como referencia a Salomé Ureña.
En ese mismo orden, el poeta José Enrique Delmonte Soñé
interpretó “Islar”. El Premio Nacional de Literatura, Mateo Morrison, leyó “El
dolor no merecido”.
Mientras que Nan Chevalier leyó “Reyna del basural”.
Para cerrar con broche de oro, la Compañía Lírica
Nacional, con el acompañamiento al piano del maestro Omar Ubrí, interpretaron
las piezas musicales “Magia” de Rafael Solano; “Rosas para ti”, de Luis Rivera
González; “El sonido de tu voz”, del maestro Rafael Solano; “Dulce querer”, de
Buyumba Landestoy; “Una primavera para el mundo”, de José Núñez del Risco, y
“Quisqueya” de Corín Sánchez Cesteros.
Biografía:
Salomé Ureña de Henríquez nació el 21 de octubre del año
1850 en Santo Domingo, escritora y educadora, es considerada como la poetisa
nacional de mayor trascendencia de la República Dominicana. Fue hija del
también escritor Nicolás Ureña de Mendoza.
Alumna aventajada de Eugenio María de Hostos, sus obras
se centran en el amor a la patria y en su entorno familiar. A los 20 años se
casó con Francisco Henríquez y Carvajal. Les nacieron cuatro hijos: Francisco,
Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña. Su segundo hijo llegaría a ser una de las
lumbreras humanísticas más destacadas de la América Hispana en el siglo XX.
Biografía:
Salomé Ureña de Henríquez nació el 21 de octubre del año
1850 en Santo Domingo, escritora y educadora, es considerada como la poetisa
nacional de mayor trascendencia de la República Dominicana. Fue hija del
también escritor Nicolás Ureña de Mendoza.
Alumna aventajada de Eugenio María de Hostos, sus obras
se centran en el amor a la patria y en su entorno familiar. A los 20 años se
casó con Francisco Henríquez y Carvajal. Les nacieron cuatro hijos: Francisco,
Pedro, Max y Camila Henríquez Ureña. Su segundo hijo llegaría a ser una de las
lumbreras humanísticas más destacadas de la América Hispana en el siglo XX.
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