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martes, 20 de octubre de 2020

De “Quisqueya Heights” a Washington DC


 

POR ROLANDO ROBLES  

rolrobles@hotmail.com    

 

Quisqueya está presente no sólo en Nueva York sino, en Estados Unidos entero. Se dice que, “en cualquier rincón del mundo ya vive un dominicano” y parece que hay mucha verdad en esta expresión. Pero, ha sido en NYC donde hemos sentado con mayor vigor nuestra simiente. El ombligo nuestro, no hay dudas de que está enterrado en algún lugar de la Gran Manzana.

 

Hago estas observaciones porque quiero apuntar a un aspecto muy particular de la vida dominicana en estas tierras de Dios. El nombre de “Quisqueya Heights” no es oficial, pero, algún día lo será. De eso no tengo la menor duda, aunque si, la mayor esperanza y enormes expectativas.

 

Esa franja de espacio neoyorkino que va desde la calle W135 y se extiende al norte hasta cerca de Van Cortland Park y siempre bordeando el Hudson River, es el lugar donde se aposentó una buena parte de la comunidad dominicana migrante.

 

Pero también lo hicimos en los otros condados de la ciudad; y ya la mayoría de nuestra gente, se ha movido hasta El Bronx. Claro, la “conquista” de ese county, obedece a razones muy diferentes a las que originalmente tuvimos para dejar el terruño querido.

 

De lo que quiero hablarles es de cómo llegamos a Washington y cuánto nos ha costado estar presente en la repartición del presupuesto federal. Ha sido un viaje tedioso, fruto de las limitaciones culturales que traemos en las alforjas, pero, no podemos decir que haya resultado muy largo. Basta con dar un vistazo a la historia de las otras comunidades hermanas.

 

Lo verdaderamente emotivo de nuestra travesía hasta el Congreso de la Unión, radica en lo excepcional de este distrito que hoy tan dignamente representa el dominicano Adriano Espaillat. Su base de apoyo demográfica principal es el legendario barrio de Harlem, glorioso nicho sociocultural de la combativa comunidad afroamericana.

 

Ese distrito, por motivos de la segregación racial tan propia de esta gran nación y a pesar de su composición étnica, siempre estuvo representado por “hombres blancos” y no fue hasta 1945 cuando un valeroso joven, de mezclado origen racial, y armado de un discurso abolicionista, rompió esa cadena de sin razones, que rayaba en el oprobio.

 

Adam Clayton Powell Jr., mulato, con toda una diversidad en su linaje, se inclinó por la etnia que mejor simbolizaba. Mientras, le daba al asiento que ostentaría en lo adelante, el carácter y la orientación que merecía y demandaban sus constituyentes: ese distrito al Congreso Federal sería, a partir de 1945, la primera curul Negra del estado de Nueva York.

 

Durante veintiséis largos años, Adam Clayton Powell representó un distrito que cambiaba de número conforme los resultados del censo. Primero fue el distrito 22, luego 16 y finalmente 18. Hasta que en 1971 llegó el relevo, otro mulato, pero católico y veterano de guerra: Charles Bernard Rangel.

 

El “viejo Charly” como le llamaban, un condecorado héroe de la guerra en Corea y que se formó en la Escuela de Leyes de St. John University, tenía un reto un tanto diferente al de su predecesor. La segregación de Harlem y Manhattan presentaba una cara básicamente económica e influenciada por el poderoso tráfico de drogas. A modificar esa realidad se dedicó Rangel.

 

Sus primeras acciones fueron destinadas a la reconstrucción de Harlem y ya por   los años 80’s, era notable su influencia en la lucha contra el tráfico de drogas por ser parte del Comité de Narcóticos y del poderoso Comité de Medios y Arbitrios del Congreso. Abotonó su carrera de líder con la creación de la Corporación para el Empoderamiento y Desarrollo del Alto Manhattan y con la promoción del National Empowerment Zone Act.

 

Se puede afirmar que tanto Adam Clayton Powell como Charles Bernard Rangel pertenecen a un exclusivo club de servidores público que ya dejaron profundas y decisivas huellas en el futuro de los dominicanos que emigramos hacia Estados Unidos. Nuestra gratitud eterna para esos dos pilares del gobierno americano,que siempre recodaremos con respeto y cariño quisqueyano.

 

Como ya dijimos, este distrito está en constante evolución y su demografía, a la luz de los datos arrojados por cada censo, sigue variando. Hoy día, el porciento de afroamericanos residentes en su demarcación es menos de la tercera parte de lo que encontró Adam Clayton en 1945. En su última participación, Charly se alzó con la victoria porque su arraigo dentro de los latinos era muy sólido.

 

El caso es que esa modificación étnica está siendo protagonizada por los latinos y, por tanto, corresponde a un latino encabezar el relevo. Por suerte para todos en el distrito, tenemos ese valor humano que se puede poner a la altura de los dos gigantes que tuvimos antes. Y por eso también, no caímos en un “vacío de liderazgo” y la nave no zozobró, porque el timonel de turno viene de la misma escuela político social que sus antecesores.

 

Contamos con un Adriano Espaillat, sereno, depurado, con la experiencia y los conocimientos que demandan las circunstancias. Su liderazgo no está en duda, ni su capacidad de servicio. Pero, sobre todo, él está muy consciente del papel que las circunstancias históricas le han reservado. De modo que, bien podemos augurar un porvenir promisorio para todos los residentes del ahora denominado Distrito 13, no importa de qué etnia sea, de qué nación provenga, ni de cuáles sean sus predilecciones personales, políticas o religiosas.

 

Y ya ha mostrado sus garras encabezando las propuestas más civilistas dentro de su partido y confrontando el poder central cuando hay asomos de intolerancia o violación de los derechos civiles, humanos o existenciales de los residentes en esta demarcación.

 

Adriano llegó para seguir los pasos de Adam Clayton y el viejo Charly, haciendo las transformaciones que este pujante distrito demanda y espera. Para ello se apresta a fortalecer el liderazgo municipal y estatal, respaldando a los jóvenes de mente brillante y que estén deseosos de ejercer la política para beneficio de sus constituyentes

 

Ciertamente, creo que con Adriano Espaillat hemos completado la mas exitosa triada de servidores públicos que jamás haya existido en la parte alta de Nueva York, para beneficio de todos los residentes del Distrito 13 al Congreso. De modo que el 3 de noviembre, nuestro compromiso es renovarle el mandato al representante Espaillat, votando masivamente en la boleta demócrata.

 

 

¡Vivimos, seguiremos disparando!

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