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sábado, 24 de octubre de 2020

Santiago en coche


 

Por Miguel Ángel Cid Cid

 

Carolina Mejía, la flamante alcaldesa del Distrito Nacional, decidió apoyar el proyecto de implantar coches de carruajes eléctricos, con fines turísticos, en la zona Colonial. Esto quiere decir que, en vez del carruaje ser tirado por un caballo, tiene un motor eléctrico de un caballo de fuerza.

 

El proyecto, que ya no lo es, pues se convirtió en una realidad de cuatro ruedas que se desplaza adornada de vistosos colores y que le da un guiño de modernidad a la vetusta ciudad, fue concebido desde hace mucho tiempo. Ahí confluyen poderosos intereses: clúster Turístico Santo Domingo, Banco Interamericano de Desarrollo, Banco Popular Dominicano, Ministerio de Turismo, Ministerio de Cultura…

 

Pero a la alcaldesa Mejía, quien luce una imagen ética limpia y fresca, fue a la que pusieron bajo los faroles para que brille con todo esplendor como una estrella en esta ocasión. Ahí ella se aplica al discurso de la Sociedad Protectora de Animales y conviene que la ejecución del proyecto es un acto de justicia que protege al animal, al caballo, pues. Para que los pobres caballos, como dice una reconocida secta religiosa, paren de sufrir.

 

Yo, como ciudadano sensible y consciente, aplaudo ese cambio hacia delante de sectores importantes y de la representante de la municipalidad capitalina. Pero como santiaguero de corazón…

 

Y es que en Santiago de los Caballeros, la ciudad corazón, el esplendor del coche es precisamente el caballo. El carruaje tirado por el caballo constituye la auténtica tradición. No hay nada más emblemático, ni más apegado al costumbrismo, ni al atractivo turístico de la ciudad que el coche con caballo de tiro.

 

Nosotros los santiagueros, somos sabedores de las controversias que se han suscitado en grandes ciudades del mundo por las denuncias de maltrato a los caballos de carruajes. Ahí está Montreal, que ha prohibido los carruajes; Chicago, que se encamina a tomar esa misma medida y, New York, que no sale de una controversia por el mismo motivo, y que el mismo Alcalde de la ciudad, Bill De Blasio, es un militante histórico en contra de esos coches.

 

Pero quitarle el caballo al coche santiaguero es como eliminar el coche mismo. Para el santiaguero de a pie un carruaje eléctrico no es un coche, sino un chiste. Entonces se revierte la cuestión: no habrán caballos que sufran, pero ¿quien reivindicará a aquellos apacibles santiagueros que morirán de la risa?

 

Sí, pasear por las calles de la Hidalga de los Caballeros montados en un coche, es una experiencia inolvidable. Nada es comparable al vaivén que produce el trote del caballo en todo el carruaje. Y el perfume a naturaleza viva que produce el olor a caballo sudado.

 

¿Y qué dirá Maridalia Hernández del asunto y el maestro Jacinto Domínguez? ¿Y qué hubiese dicho Víctor Víctor, el maestro Yorgi Morel, Mario Gullón, Cuquito Peña, Federico Izquierdo?, por citar sólo algunos artistas de renombres de la ciudad.

 

El coche santiaguero en movimiento, visto desde cualquier ángulo, parece calcar el suave vaivén del entonces Yaque dormilón. Y ya que nos quitaron el río, por lo menos que nos dejen el coche.

 

¿Cuáles acciones podrían poner en marcha las instituciones del Estado, presentes en Santiago, para que los coches sigan vivos en la Ciudad Corazón? ¿Qué hacer para que los coches sigan transitando tirados por caballos sin maltratar el fiel, trabajador e inofensivo animal?

 

El Ayuntamiento de Santiago debería promover un pacto con los ministerios de Turismo y de Cultura, que no el mismo de la Ciudad Colonial. El acuerdo establecería las reglas de funcionamiento del transporte en coches en la ciudad.Debería crear los mecanismos de administración y gestión de los recursos generados por el servicio. También se recomienda:

 

Que los coches sean propiedad del Ayuntamiento o de un mecanismo creado para tales fines.

 

Que los cocheros y el personal de mantenimiento del servicio sean empleados del Ayuntamiento.

 

Que se establezca una escuela-taller para producir coches y enseñar el arte de su fabricación.

 

Que cada coche sea tirado por dos caballos con horarios estándar de seis horas máximas. Pasada las seis horas los dos animales serían sustituidos por otros dos.

 

Ya que está de moda la Marca-País, pongamos por moda el coche tirado por caballos en Santiago como una Marca-Ciudad. En algún momento en el futuro deberá diseñarse un nuevo escudo que represente a Santiago de los Caballeros.

 

El nuevo icono debería estar compuesto por la imagen combinada del coche tirado por caballos al pie del Monumento.

 

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