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Por Miguel Ángel
Cid Cid
La ambición de
los gobernantes –de aquí, de allá, de ayer y de hoy-- es el cómo cubrir con el
manto del Estado a cada rincón de la nación. Unos para proteger, otros para
controlar y otros pocos para promover la realización integral de las personas,
de la comunidad, de la nación. Podría decirse que esa intencionalidad se pierde
en la conflictiva memoria de la historia.
Las
ciudades-Estados, comunas, monarquías, principados, gobernaciones, municipios…,
son modalidades de la división política del territorio en la historia. Las
ciudadelas se multiplicaron, crecieron internamente y se expandieron.
Thomas Hobbes
figuró ese proceso de creación del Estado como una fuerza avasalladora --el
Leviatán -- que impone, controla y monitorea a cada pueblo y a cada individuo.
Uno de los componentes del Leviatán es la municipalidad, el gobierno
territorial más cercano al ciudadano de a pie.
En nuestro país,
la Liga Municipal Dominicana (LMD) se constituye, según el artículo 105 de la
Ley 176-07, como una entidad de asesoría en materia técnica y de planificación
a los ayuntamientos. Pero la Liga heredó los genes de su progenitor, el
Leviatán, tendentes a controlar todo lo que se mueve.
El organismo de
asesoría técnica municipal abandonó --¿cómo dicen los abogados? Ah, sí, “el espíritu
de la Ley”— y sustituyó su rol original por el de subyugador e, incluso,
extorsionador de los ayuntamientos. El desfalco sistemático, en consecuencia,
empujó a que los controlados se organizaran para controlar al controlador. Es
decir, los ayuntamientos como gobierno de los respectivos municipios se
instituyeron en ente de lucha por la transformación de la LMD.
La tendencia
--cuando se trata de municipios y ayuntamientos desde el gobierno central--, ha
sido la de despojar a las instituciones edilicias de sus competencias
legítimas. Dicha usurpación disminuyó el poder de los ayuntamientos a niveles
ínfimos, por decir lo menos.
Esa práctica
monopolista del gobierno central debe revertirse para que, en vez de quitarle
poder a los municipios, se les transfieran mayores competencias.
La LMD, como un
mecanismo de los ayuntamientos, debería ser la instancia conductora de la lucha
por la demanda de un mayor poder para los ediles. Es decir, transformar la Liga
en una institución que potencie el poder de los ayuntamientos, además de
cumplir su papel en la asesoría técnica.
Por ejemplo,
antes le correspondía al ayuntamiento cobrar el arbitrio de las placas de los
vehículos, pero hoy es un impuesto nacional, centralizado. Lo mismo ocurrió
recientemente con la extracción del material de las minas de arena y agregados.
El gobierno le transfirió el derecho al Ministerio de Medio Ambiente, mientras
los ayuntamientos se tragan el lucio. Así se podrían enumerar una infinidad de
arbitrios que alimentaban los presupuestos municipales y que hoy son impuestos
nacionales cobrados por el gobierno central.
La
historia viene a cuento porque el 26 de enero corresponde a los 158
ayuntamientos del país escoger el nuevo Secretario General de la LMD. En las
elecciones municipales recién pasadas, el PRM logró triunfar en la gran mayoría
de los municipios del país. Del triunfo arrollador de los perremeistas se
desprende que el partido oficial puede decidir quién será el próximo secretario
general de la Liga Municipal Dominicana.
Ya que el
gobierno del Presidente Luis Abinader se autodefine como el depositario del
cambio, está en sus manos la ansiada transformación de la LMD. Lo digo a viva
voz, porque el PRM tiene, entre sus líderes, el dirigente ideal para conducir
la Liga Municipal e imprimirle el sello del cambio, del salto cualitativo que
la Liga requiere.
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