Por J.C. Malone
NUEVA YORK.- En memorables escenas paralelas de El Padrino, Michael
Corleone (Al Pacino), en la iglesia, jura renunciar al pecado mientras asesinan
gente por órdenes suyas.
Dice un reporte de la Fiscal General
estatal, Letitia James, que el gobernador Andrew Cuomo manoseaba 11 mujeres,
mientras firmaba leyes contra esos comportamientos.
Cuomo y Corleone, estaban, en buen
dominicano, “A Dios rogando, con el mazo dando”, así actúa mucha gente de
poder. El presidente Joe Biden demanda su renuncia, pero Cuomo, como la Sophie,
responde, “yo de aquí no me voy”.
Mejor “arriba con presión, que abajo con depresión”.
Si Cuomo renuncia, tendrá que responder a cuestionamientos sobre muertes de
Covid19 que él habría provocado y ocultado, también sobre dudosos manejos
administrativos.
Cuomo actúa como los dictadores cabalgando sobre un tigre hambriento, si se
baja, lo devorará. Tendrán
que sacarlo esposado, sólo así se lo comerá el tigre.
Y pueden arrestarlo, porque ya una de las 11 mujeres anunció que pondría
una querella criminal contra Cuomo. En ese caso la fuerza pública tendrá que
actuar en consecuencia, añadiéndole leña y gasolina al fuego del gobernador.
Para reducir el número oficial de muertos de Covid19, el año pasado, Cuomo
tomó una decisión que le costó la vida a muchas personas.
Como sólo contaban los muertos de los hospitales, cuando algún asilo
llevaba a un anciano infectado al hospital Cuomo ordenó que los devolvieran al
asilo.
Los infectados contagiaron a muchos otros residentes del asilo y a los
trabajadores, quizá Cuomo deba responder por esas muertes.
En el 2008, el gobernador Elliot Spitzer renunció cuando se demostró que
fornicaba prostitutas. En
el 2018 el Fiscal General del Estado, Eric Schneiderman renunció cuando varias
mujeres lo acusaron de abusarlas.
Cuomo se aferra al poder como si defendiera, no una carrera política, sino
su vida misma.
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