Por Altagracia Salazar:
Ayer un tuit del colega José Monegro señalaba como el plan piloto de
seguridad ciudadana en el sector Cristo Rey enfrentaba como principal obstáculo
la corrupción y la falta de credibilidad de la policía entre los miembros de la
comunidad.
Eso no es nuevo, esa corrupción es tan arraigada que arrastró a los
fiscales barriales que actúan casi siempre en complicidad con el uniforme.
Cuando yo era estudiante universitaria la guagua que nos traía a la
universidad y que hacía la ruta Baní -Santo Domingo se detenía un día de la
semana a dejar una fundita en un destacamento policial en San Cristóbal. Eso
cambió me dicen que ahora es institucional y que los grupos de choferes
descuentan a sus asociados la tajada de la policía. Insisto nada de eso es
noticia.
El tema es la pandemia y el esfuerzo por controlar las aglomeraciones de
personas que deciden arriesgar su vida y de paso las de los demás.
Aunque en las redes sociales se atribuyen los famosos teteos a la
improvisación de barrios populares la realidad es que las fiestas se anuncian y
las que no se anuncian se convidan y son en lugares céntricos.
Tengo imágenes de Piantini y convocatorias en La Venezuela. Los vecinos los
denuncian, llaman al 911 pero no hay manera de que la policía se dé cuenta y
haga cumplir la ley.
Cerrar los ojos ante la realidad de la corrupción en mediana escala porque
no es pequeña no ayuda a enfrentar una situación y menos en momentos de crisis.
Personalmente creo que la policía es insalvable pero quiero recomendar que
por lo menos por ahora guarden las formas. No es posible que un solo policía se
entere de todos estos lugares de entretenimiento abiertos mientras la mayoría
de la población se acoge a las restricciones. O to toros o to vacas."
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