Patricia Arache
@patriciarache
La comunicación masiva en este tiempo,
depende mucho de las tecnologías, esencialmente, de las redes sociales que
facilitan el acceso a la interacción sobre cualquier cosa o tema a personas,
sin importar el nivel de conocimiento y menos de compromiso que pueda tener o
no con la necesidad de informar con ética y responsabilidad.
Los avances tecnológicos y la creación
de cada vez más plataformas han supuesto para algunos medios de comunicación
social tradicional o convencionales, prensa escrita, radio y televisión, una
gran oportunidad de expandirse, para intentar alcanzar nuevos nichos de público
que, por razones generacionales, quizás, no se interesaban antes por los contenidos
ofertados.
Así, hemos visto como los medios de
comunicación, en su mayoría se han convertido en empresas multimedia, lo que
significa que se presentan en el mercado en distintas plataformas, incluyendo
las muy famosas redes sociales, a las cuales puede acceder cualquier interesado
con solo tener conexión a la Interconnected NetWorks o la INTERNET.
Hasta ese punto, las cosas funcionan muy
bien y, de hecho, medios de comunicación que antes tenían carácter local y regional
o provincial, alcanzan ya categoría de globales o universales, porque,
justamente, una de las más atractivas cualidades de las redes y las plataformas
digitales es que son vías sin fronteras, casi de manera universal.
Con esa característica, las redes y
plataformas se convierten en inmensas carreteras de flujos de información de
todo tipo. No hay restricción para la interacción, lo que provoca que cada
quien que tenga en sus manos un equipo telefónico, con acceso a la INTERNET,
respire la sensación de que puede informar de todo y, sobre todo. Y lo hace.
No hay límites para la clasificación ni
de temas y menos de procedencia. Vemos que se tratan temas que van desde aspectos
de la intimidad propia o de terceros; exhibición de comidas baratas, malas,
suculentas o gourmets, intervenciones de políticos y empresarios, artistas y
religiosos, deportistas y transeúntes hasta la divulgación de acciones
delictivas, crímenes, secuestros y todo en el más amplio sentido de la palabra:
¡Todo!
Nunca antes como ahora, adquirió tanto
sentido la expresión de que “nada queda oculto bajo el sol”, lo cual, pudiera
resultar en un aporte importante a la transparencia en el accionar y en el
comportamiento de la gente en este tiempo, pero no. Eso no funciona así.
Lo que se observa, no sin elevadas dosis
de preocupación, es que la ebullición sin control, transmisión y retransmisión
de todo lo que pasa y hasta de lo que deja de pasar en el mundo, ha estimulado
una especie de “ocio comunicacional” entre quienes tienen la responsabilidad de
trabajar la información con el carácter ético, profesional y de compromiso que
amerita, en cualquier caso.
La importancia de la fuente periodística
parece que para algunos ha comenzado a perder valor, lo cual pone en peligro la
credibilidad y la confianza que debe generar la transmisión de una información,
que debe ser elaborada con profesionalidad y responsabilidad para ser divulgada
al público.
Hay quienes creen que las redes sociales
pueden ser utilizadas como fuentes únicas y primarias, sin hacer conciencia de
que éstas solo deben ser tomadas en cuenta como referencia, si es que el caso
lo amerita.
Las redes sociales, para quien hace
comunicación social profesional, no pueden sustituir a las fuentes
convencionales que brindan la oportunidad de obtener los detalles con veracidad
y hasta con la participación de los actores, sobre el tema o el hecho que se
investiga.
Quizás sea oportuno, también, comentar
que la Comunicación Social ejercida con profesionalidad, no puede ceñirse ni
plegarse al encantador sortilegio que provoca la existencia, la irrupción y el
acceso a la Inteligencia Artificial, porque, como correctamente, su mismo
nombre lo dice, no deja de ser hecha por seres humanos, que pueden cometer
yerros, voluntarios o involuntarios.
Los errores históricos difundidos el
pasado 27 de febrero, por Radio Televisión Dominicana (RTVD), canal oficial,
sobre el proceso histórico del 1844 que propició la Independencia Nacional,
probablemente fueron fruto de un snobismo en el uso del nuevo ChatGpt3, de
Inteligencia Artificial, en el que no entró en juego la razón ni el análisis de
contenido.
¡Ojalá no vuelvan a repetirlos!
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