Por Luis Aníbal Medrano S.
En pocos días, la nación dominicana estará dirigida por un nuevo gobernante y un conjunto de funcionarios que le acompañarán en la difícil tarea de enderezar el entuerto generalizado que van a dejar los peledeistas salientes, encabezados por el aún primer mandatario, que por cierto, tal parece que en la formación de todos sus planes continuistas nunca le pasó por su maquiavélico cerebro la situación de derrota, ya que, ahora, como todo tiburón herido, está tirando aletazos impopulares que acrecentarán la deteriorada imagen con que abandona el recinto presidencial de la doctor Delgado con México.
Los dominicanos estamos chocando con una solida pared de
la realidad, esa realidad diaria que nos golpea, que nos ha cambiado la
existencia, que viene transformado la cotidianidad por covidianidad; situación esta
que será un gran desafío para las autoridades entrantes que tendrán que lidiar
con una parte de la población que se ha sumido en el irrespeto y a la violación
de las reglas establecidas para evitar el contagio del coronavirus.
Esas acciones, probablemente no espontáneas, y por sus
características y propagación nos puede llevar a pensar que es un plan macabro
de un gobierno derrotado en buena lid que en su frustración y rabia quiere
sembrar la semilla del disgusto para que se produzcan protestas. Eso tiene un
nombre, perversidad, escrita en letras negritas, mayúsculas y subrayadas. Pero
será derrotado otra vez, en esta ocasión por la voluntad férrea de establecer
el cambio como lo quiere la gente.
Expertos en presupuesto explican que el nuevo gobierno
tendrá que accionar rápido para activar la economía y que frente a la necesidad
de recursos “tendrá que eliminar gastos no prioritarios y buscar ahorros en
todas las fuentes posibles, porque, además, hay que aumentar la inversión en determinados
sectores”, sumado a eso, la caída de los
ingresos fiscales como consecuencia de la crisis económica derivada de la
pandemia del coronavirus, Covid-19, la cual ha obligado a limitar al mínimo la
actividad económica.
Lo esperanzador es que se logren esos objetivos porque el
presidente electo Luis Abinader se está haciendo acompañar de un equipo “de
grandes ligas”, como diría una recién electa diputada del exterior, por lo que
el tiempo dará la razón de la conveniencia de que llegara el cambio
Otro aspecto con que el nuevo gobernante deberá asumir una posición
responsable, como le caracteriza, es lo relativo a la inobservancia de la ética
en el periodo de transición, donde el sureño derrotado está tomando una serie
de acciones que no se corresponden en un periodo de transición, como si
quisiera dejar en el hueso la ya desnutrida vaca nacional y evitar que todo el
pueblo saboree su leche.
Existen quienes en el ejercicio de sus oficios de bocina alegan que es un
derecho constitucional que le corresponde, tienen razón, pero una cosa no quita
la otra, Danilo Medina está actuando incorrectamente, y punto.
A todo esto, y de ñapa, se cruza en el camino un fenómenos atmosférico que
aunque no presentaba características maliciosas hizo daños sustanciosos en su
indeseado paso por Quisqueya, agregándole unas cuantas cuentas al rosario de
los graves problemas que heredará el gobierno del cambio. Jesús Santísimo,
ilumina los caminos del pueblo dominicano que todos no somos malos.
Otro aspecto con que se enfrentará Luis Abinader Corona y su gabinete
presidencial, es el estado situacional de la moralidad dominicana que contaminó
el ejercicio gubernamental peledeista, donde los resultados son funestos y nos
arroja como balance una generación perdida que sólo piensa en patty, droga,
alcohol, dembow, hookak y todas las acciones oscuras derivadas de ese mal uso
del cuerpo humano.
No es para que me tilden de exagerado, eso fue lo que fomentó el PLD y sus
gobiernos para mantener a un fragmento significativo de la población dominicana
y de otras nacionalidades importadas para que enseñaran sus malos hábitos, no
es menos de ahí, lo expreso de forma tajante y generalizando. Desde luego
tenemos que colocarle a esas expresiones, de forma lateral, que toda regla
tiene su excepción.
Fruto de lo indicado en el párrafo anterior, Reiteramos que ha surgido un
nuevo virus, el de la desobediencia civil, y eso mueve a sospecha. El irrespeto
ciudadano de las leyes y dictámenes se está propagando de forma sistemática
como si fuera todo parte de un plan maliciosamente orquestado para fuñirle la
paciencia al gobierno que entra el próximo 16 de agosto y a eso deben salirle al
frente todo aquel que realizó todo tipo de sacrificio para que llegara el
cambio.
En resumen, y es un criterio que lo comparten miles de ciudadanos, Luis
Rodolfo Abinader Corona, presidente constitucional a partir del 16 de agosto
del famoso 2020, es valiente, guapo,
arriesgado, decidido y sacrificado, y es así porque sólo una persona con su
confort económico, familiar y espiritual se puede abocar a buscar la
presidencia de una tres cuarta parte de isla con ciudadanos con una mescolanza
raza y con toda esta madeja de problemas.
Mal hacen los que quieren amenazar con acciones beligerantes, anunciando
protestas antes de comenzar el nuevo periodo gubernamental, como si Luis fuera
poseedor de una varita mágica para cambiar de un soplido el disparate de país
que estará recibiendo. A los perremeistas que defiendan su gobierno, que
contribuyan al éxito del cambio y acepten como buenas y validas las acciones
que viene tomando su próximo presidente, que por cierto son certeras y tienen
objetivos definidos en su razón de ser, realizar el cambio esperado.
El presidente electo sabe mucho y un chin más, por eso llegó ahí, sabrá
reconocer los méritos de todo el que contribuyó a la llegada del Gobierno del
Cambio, porque tiene los mecanismos para conocer quién es quién, combina la
tecnología y su sagacidad natural, aportemos y apostemos al cambio exitoso, a
los desesperados y enchinchadores les
recomiendo una dosis de paciencia y a la población en sentido general que
esperemos, 100 días no, 150, para comenzar a evaluar los resultados, mientras
tanto defendamos el gobierno que los desalojados vienen con poder económico y
mucha mala fe.
El autor es político, municipalista, periodista y
locutor, residente en el Bronx, Nueva York.
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