Por George Álvarez
A los dominicanos nos ha tocado vivir una era de grandes cambios en
Estados Unidos. Pero hemos sobrevivido, y eso es lo mas importante, aunque
todavía no hayamos podido promover y ejecutar los grandes proyectos que la
comunidad demanda, ni en la Ciudad, ni en el Estado, ni en el Gobierno federal.
Alguien diría que se debe a la pobreza del liderazgo nuestro, y tiene
algo de razón. Otros, talvez mas involucrados en los procesos políticos
locales, piensan que, la apatía de nuestra gente es la causa de la marginación
que padecemos, y también hay algo de cierto en el planteamiento.
Pero si sometemos la controversia al análisis científico y racional, tenemos
que concluir en que este fenómeno del “retardo” dominicano en el empoderamiento
de nuestra gente, es el resultado de una serie de factores que inciden en el
comportamiento ciudadano criollo, que nos hace débiles e inseguros al momento
de actuar colectivamente.
Lo primero, aceptar que “la calidad” de la migración dominicana, si es
que ese -calidad- sea el adjetivo apropiado, está afectada mayormente por la
necesidad de sobrevivir y que, al llegar, nos concentramos en producir dinero
para enviarlo a nuestras familias.Y eso no es malo, eso habla muy bien de los
responsables que somos; pero, necesitamos atender a otras necesidades locales;
a la educación de nuestros hijos, por ejemplo.
Otra circunstancia que nos acogota es el hecho de que“vinimos para
volver”, aunque nunca lo logremos plenamente. En este punto, hay que precisar
que nuestros muchachos “no planean volver de retirada” como nosotros. Si los
trajimos o los engendramos aquí, ellos siempre tratarán de hacer sus vidas en
el sitio que crecieron y se formaron como ciudadanos.
Por eso tenemos que ayudarlos a que se preparen, académica y
culturalmente. Que se gradúen en las universidades, de ser posible. Sólo cuando
ascienden socialmente, logramos que mejore la calidad de vida de la familia y
se sienta el éxito de nuestra migración. La idea que debe flotar en la mente de
todos es: involucrarnos en la educción a nuestros hijos y de nosotros mismos.
Pero todavía existe otra tara, que nos limita y reduce el horizonte.
Se trata de la tendencia que tenemos a la militancia partidaria de nuestro país
y que traemos en la maleta, como parte del equipaje socio-cultural de cada uno
de nosotros. No se trata de renegar de los principios políticos y de la
orientación ideológica de nuestros padres sino, de aceptar que en adelante
nuestras demandas serán diferentes y que, por tanto, estamos compelidos a
organizarnos en función de la realidad social de estepaís,
nuestro nuevo país.
Si tuviéramos que definir en pocas palabras, el ABC de una cartilla
cívica para ciudadanos inmigrantes exitosos, dijéramos: aprender el idioma, no
delinquir, respetar el espacio de los demás, pagar los impuestos e invertir en
la segunda generación.
Estas cinco sencillas reglas, nos garantizarán que al menos, nuestros
hijos y nietos, alcanzarán exitosamente el “crossover”, que no es mas que pasar
de simples inmigrantes,a ser “ciudadanos de primera” en esta sociedad de
grandes contrastes, pero de múltiples oportunidades.
George Álvarez es Presidente Comunidad Unida de El
Bronx.
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