Por Reynaldo Peguero
Documento conceptual del CIDEU
Ciudad, cultura y agenda 2030
La cultura se relaciona de manera general con lo que
podríamos llamar “el modo de ser y el modo de existir” de una sociedad. Por lo
tanto, también se relaciona con sus patrimonios materiales e inmateriales, con
su diversidad etnohistórica, su creatividad y con la producción y trasmisión de
tradiciones y conocimientos. Es el ámbito constitutivo de su identidad, de su
cohesión social y de su educación; y al mismo tiempo, forma parte de sus
derechos humanos. Es decir, la cultura es un elemento imprescindible de
nuestra existencia como personas y como sociedad.
Colocar la cultura en el centro de la estrategia de
desarrollo sostenible, ha sido una fórmula exitosa en muchas ciudades de
Iberoamérica y del mundo, mediante la puesta en valor de los patrimonios históricos,
posibilitando la recuperación y laregeneración urbana de barrios, espacios
públicos y/o edificios de alto valor, o mediante políticas con programas y
proyectos culturales más innovadores. El desarrollo cultural como
estrategia ayuda a fomentar la convivencia y la inclusión social, que
fortalecen la identidad local, y al mismo tiempo, permite a la ciudad encontrar
su singularidad competitiva, para mejorar la calidad de vida, atraer
visitantes y posicionarse en el escenario global.
Al desarrollar la cultura ciudadana desde la
diversidad, se crean condiciones para construir sociedades integradas. Dada la
enorme diversidad cultural existente en las ciudades iberoamericanas, en las
que cobran especial importancia las culturas indígenas y afroamericanas, se
hace necesario generar procesos de diálogo intercultural que favorezcan la
integración, en las ciudades y de las ciudades.
Por otra parte, las experiencias de ciudades
iberoamericanas utilizando la educación para resolver las problemáticas de barrios
segregados, con una alta desarticulación social y un alto índice de violencia,
son muy clarificadoras sobre este crucial papel de la cultura. Las ciudades
educadoras promueven el equilibrio entre identidad y diversidad, valorando los
aportes de todos los colectivos que la integran y el derecho de todos a ser
reconocidos desde su propia identidad cultural.
El desafío fundamental de las ciudades es construir
sociedades integradas. Que tengan convivencia pacífica y democrática.
Sociedades que sean tolerantes y resilientes. Esto es una condición para
desarrollar el potencial de la
cultura como generadora de prosperidad. Según la UNESCO, el turismo cultural
representa un 40% de los ingresos turísticos mundiales, lo cual también supone
importantes desafíos para las ciudades, que ahora se enfrentan a un consumo
turístico masivo que degrada el patrimonio y afecta la calidad de vida de
los residentes.
Otro conflicto potencial es la gentrificación,
expresada en la progresiva expulsión de sectores populares de los centros de
estas ciudades. Políticas de fomento del turismo sostenible, conectadas
con la protección del patrimonio, su accesibilidad social y mantenimiento,
pueden ser muy eficaces para su defensa, además de contribuir al impulso de la
economía local.
Esta visión abarcadora de la cultura se expresa en
la Agenda 2030, la primera agenda internacional en la que se tiene en cuenta la
capacidad de la cultura para generar trabajo digno y crecimiento económico,
reducir las desigualdades, proteger el medio ambiente, promover la igualdad de
género y construir sociedades pacíficas e inclusivas.
En la Nueva Agenda Urbana aprobada en Quito en 2016
se adquiere el compromiso de considerar la cultura como un cuarto pilar del
desarrollo sostenible (además del económico, social y ambiental), conforme a
las propuestas existentes por parte de organismos como la UNESCO (UNESCO,
2018).
En este sentido, si agrupamos los ODS en torno a los
pilares fundamentales del desarrollo sostenible se constata que la cultura
y la creatividad desempeñan un papel transversal en todos ellos. Así
mismo, si bien ninguno de los 17 ODS se centra exclusivamente en la cultura, la
Agenda resultante incluye referencias explícitas a los aspectos culturales.
La meta 7 del Objetivo 4 de los ODS, se refiere a
asegurar que todo el alumnado, en el seno de cada sociedad, adquiera los conocimientos
teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre
otras cosas mediante la educación para la ciudadanía mundial y la valoración de
la diversidad cultural y la contribución de la cultura al desarrollo
sostenible.
En el Objetivo 8, la Meta 3 aborda la promoción de
las políticas orientadas al desarrollo que apoyen las actividades productivas,
así como, entre otras, la creatividad y la innovación. La meta 9 del mismo
objetivo, hace referencia a la necesidad de elaborar y poner en práctica
políticas encaminadas a promover un turismo sostenible, también a través de la
cultura y los productos locales.
La Meta 4 del Objetivo 11 destaca la necesidad de
redoblar los esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y
natural del mundo. Como señala la UNESCO en el Informe “Cultura: Futuro
Urbano”, la cultura desempeña un papel esencial en el logro del ODS 11 cuya
finalidad es “lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean
inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. En definitiva, situar la
cultura en el centro de las políticas de desarrollo sostenible”. Además, las
mujeres representan un porcentaje considerable de las personas empleadas en el
sector cultural, lo que contribuye al logro de las políticas de igualdad de
género (ODS 5).
Cultura para la convivencia e identidad local
Dada la estrecha relación entre cultura y derechos
humanos, la estrategia enfocada en la cultura ha permitido a algunas ciudades
dar respuesta a situaciones críticas de exclusión, seguridad y convivencia.
Como señala el informe de la UNESCO, la meta séptima del ODS 4 aboga por una
educación que valore la diversidad cultural y promueva una cultura
de paz y no violencia, así como por una contribución de la cultura al
desarrollo sostenible. Promover el respeto de la diversidad cultural en el
marco de un enfoque basado en los derechos humanos propicia el entendimiento
cultural y la paz, metas del ODS 16, que reclama sociedades pacíficas y justas
e instituciones eficaces.
Se destacan las iniciativas de recuperación o
revitalización de espacios urbanos que, al tiempo de dotar de equipamiento
cultural comunitario, contribuyen a mejorar las áreas urbanas y a potenciar el
uso del espacio público como lugar para la conveniencia. También las
experiencias culturales como herramienta para evitar la exclusión, por ejemplo,
mediante el aprendizaje de la música en jóvenes en exclusión (orquestas, etc.),
o los modelos de recomposición de sociedades enfrentadas por años de violencia.
La creación de centros para mantener la memoria histórica, muestra
de manera directa la posibilidad de la cultura para la construcción
de los valores en nuestras ciudades y la importancia de alimentar el papel
educador de la ciudad en todas las generaciones.
Por otra parte, la cultura popular contribuye
a reforzar la identidad local (mediante el cultivo de la tradición,
gastronomía, artesanía, música, artes visuales,...) y fortalece la diversidad
cultural patrimonio de la humanidad. Es, también, una herramienta indispensable
para reforzar los valores comunitarios, en pro de una sociedad civil
cohesionada socialmente. Una ciudadanía orgullosa de sus valores contribuye
a la creación de capital social reforzando la confianza y la cooperación,
herramientas esenciales para la construcción de la ciudad.
Cultura para el desarrollo económico y sostenible
El fortalecimiento de las cadenas de valor en las
prácticas culturales, las artes, el patrimonio cultural y la artesanía, así
como la diversificación de las industrias culturales y creativas, son
actuaciones para potenciar la cultura como generadora de riqueza.
Para la UNESCO, las industrias culturales y
creativas son aquellos sectores de actividad organizada que tienen como objeto
principal la producción o la reproducción, la promoción, la difusión y/o la
comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural,
artístico o patrimonial. Esto abarca el patrimonio cultural y natural, las
presentaciones artísticas y celebraciones (artes escénicas, música, festivales
y festividades), las artes visuales y artesanías, libros y prensa, medios
audiovisuales e interactivos, el diseño y los servicios creativos. Así como el
turismo, los deportes y la recreación.
Desde las ciudades, se viene trabajando el fomento
de las industrias creativas y culturales por su contribución al desarrollo
económico y social de las mismas, a través de los distritos culturales
(audiovisuales, gastronómicos, etc.), los festivales de música cine y teatro, y
otras múltiples iniciativas.
Cultura sustentada en el arte y el patrimonio
El patrimonio, en sentido amplio (material e
inmaterial, cultural y natural), es uno de los principales recursos que tienen
algunas ciudades como fuente de generación de riqueza. No por azar, muchas
ciudades sustentan su estrategia en la rehabilitación de sus centros y áreas
históricas o de edificios de alto valor patrimonial, así como en la puesta en
valor de tradiciones y festividades populares, como el carnaval, la semana
santa, las “diabladas”, y otras similares.
El arte es también una herramienta para
la innovación urbana, generando espacio público de alta calidad y disfrute
para la ciudadanía. Es una herramienta de transformación urbana potenciando
un urbanismo inclusivo. Pero también es una forma de potenciar la
expresión y creatividad social y el potenciamiento de una ciudadanía culta.
Otro ejemplo del actuar de las ciudades en ámbitos
de la cultura es la utilización de grandes eventos culturales, como forma de
acción urbana y la creación de patrimonio innovador en las ciudades, así como
su internacionalización. O la creación de instalaciones culturales, muchas de
ellas mediante acuerdos con grandes centros culturales.
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