Por Luis Aníbal Medrano S.
SANTO DOMINGO, R. D.- El tradicional Sermón de las 7 Palabras pronunciado
este Viernes Santo desde el púlpito de la Catedral Primada de América constituyó
siete latigazos de azote a los responsables del estado de cosas imperante en la
República dominicana, y en sus palabras retratan la descomposición política y
moral que impera en las actuaciones de las actuales autoridades gubernamentales
y les enrostra la forma inmisericorde con que estas afectan el desenvolvimiento
de la nación en todos los sentidos.
La primera palabra “¡padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!” fue
pronunciada por Mons. Faustino Burgos; la segunda palabra: “En verdad te digo,
hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23, 43) por el padre Miguel Amarante;
la tercera: «Mujer, ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre.» por el padre Nelson
Antonio Acevedo Betances; la cuarta: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?” (Mt 27, 46) Por el padre Vicente Sánchez Burgos, ivd; la quinta
palabra: «Tengo sed» (Jn. 19, 28) por el padre Eric
Wilson Cosme, la sexta palabra: “Todo está cumplido”, Jn 19,30 por el padre Roberto Martínez y la séptima
palabra: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” (Lc. 23, 46) por el diácono
José
Rosado.
Mons. Faustino Burgos, es una parte de su alocución dijo: Es posible que ante la situación actual por la que
transitamos, de sálvese quien pueda, de violencia, de inseguridad, de tanta
corrupción e impunidad en los distintos estratos de nuestra sociedad, pensemos,
y nos cuestionemos: A-¿puede o debe Js desde la cruz pedir al Padre el perdón
por aquellos que sin ningún reparo delinquen y siguen en ese agitado curso,
transitando impunemente, aprovechándose de la debilidad de los más vulnerables,
del pobre, del indigente, del inmigrante, del sin trabajo…, a sabiendas de lo
que están haciendo?
B-¿Puede o debe Jesús pedir perdón por aquellos que
realizando auditorias en estamentos del Estado, dejan las mismas engavetadas a
sabiendas de las anomalías encontradas? ¿Puede Jesús pedir perdón desde la cruz
por aquéllos que conscientemente oprimen e hipotecan el futuro del pueblo?
C-¿Puede Jesús clamar desde la cruz el perdón de los
bandoleros, de aquellos que aprovechándose del poder (ya sea, económico,
político, social, religioso) extorsionan al débil?
El Padre Miguel Amarante en uno de los parrafos de su participacion habla
de que”: Propicio es el momento para pedir ese cambio, esa conversión en todas
las esferas de nuestra sociedad. La conversión de un sistema judicial donde
Themis, la diosa de la justicia, se ha quitado la venda de sus ojos para juzgar
de manera parcializada y atendiendo a intereses particulares. Nuestro país, amerita
un cambio en el ámbito sanitario. Da pena ver el servicio que recibe la gente
en las emergencias de nuestros hospitales donde no hay ni siquiera camas
suficientes para ser atendidos y a veces los pacientes tienen que recibir las
primeras atenciones médicas, tirados en el suelo. Es necesario el cambio, la
conversión de un sistema carcelario deficiente en el que ya es una costumbre
archivar expedientes y dejar casos en el olvido, a merced del tiempo, mientras
los internos se degradan y esperan vanamente una respuesta de dicho sistema.
El reverendo Antonio Acevedo Betances se pronunció de la siguiente manera: Es
en este momento, en el de la “hora”, en el que Jesús va a dar el vino del
Espíritu, es cuando inaugura la alianza nueva que sustituirá definitivamente a
la antigua. Es el vino nuevo de la entrega incondicionada, de la vida ofrecida
en el altar de la cruz, y que es ofrecido ahora, no ya al maestresala, sino a
la humanidad que lo ha rechazado, que lo ha condenado en los poncios Pilatos
que siguen condenando a los dominicanos que se roban una gallina y mueren
enfermo en la cárcel de La Victoria en cambio los ladrones del caso Odebrecht,
quienes sobrevaloraron casi todas las obras que realizaron han andan suelto
disfrutando de las fortunas que han amasado. Porque en República Dominicana no
se han construido cárceles para los que se roban millones ni existen jueces
para la clase política que defrauda el erario público.
El Padre Vicente Sánchez Burgos, ivd: dijo que No cabe duda que con esta
expresión Jesús quiere sentirse cercano
a todos los hombres y mujeres que en
algún momento de su vida se han sentido
abandonados por Dios, sea por causa de
sus propias decisiones o acciones equivocadas o, bien, por la negligencia o la irresponsabilidad de las
autoridades competentes. En este sentido, pienso en muchos dominicanos y
dominicanas quienes, aquejados por diversas enfermedades, y no pudiendo pagarse
un servicio de salud privado, acuden a
nuestros hospitales públicos con la esperanza de calmar su dolor, pero al
llegar allí se encuentran con un panorama que duplica o multiplica su dolor
porque deben pasarse largas horas (de
pie o tirados en el piso) en la sala de emergencias sin recibir la mínima
atención de un médico, ya sea por falta de personal o por falta de espacio
físico, cama y otros mobiliarios
adecuados. Por ejemplo, pienso en el Hospital Regional Marcelino Vélez
Santana, en Herrera, Santo Domingo Oeste, el cual está ubicado en una
demarcación geográfica con más de 800 mil habitantes, y que, a pesar del anexo
que allí ha inaugurado el Presidente de la República, Lic. Danilo Medina
Sánchez, hace casi dos años, todavía las
autoridades de este centro de salud no
se han puesto de acuerdo para aperturar este nuevo y moderno centro de salud y
ponerlo al servicio de cientos de pacientes que a diario acuden a este lugar.
El Padre Eric Wilson Cosme: Tenemos
sed de una justicia, "más justa, imparcial y equitativa para todos".
No una justicia en dos niveles: para el grande y para el pequeño. No una
justicia, en donde haya quienes estén exentos de toda culpabilidad legal y
hasta moral. Se nos está transmitiendo como meta-mensaje, que, "si robas
poco, vas a la cárcel, pero si robas mucho no". Eso es lo que
lamentablemente, se nos está dando a entende.
Estas y otras situaciones, ligadas al orden social y a la justicia, nos
están llevando a tomar la justicia por nuestras propias manos. Cada día, aumentan
los casos. El mismo Jesús nos dice: "Dichosos los que tienen hambre y sed
de justicia, porque ellos quedarán saciados" (Mt. 5, 6) La sociedad
dominicana ansía que su sed de justicia quede saciada.
Tenemos sed, de dominicanos que sirvamos a la patria y que no nos aferremos
al poder. Que no nos creamos que los pseudo-mesianismos políticos hayan
resuelto algún problema. La historia está ahí y no miente. Basta revisarla.
Ella misma, ha demostrado que detrás de todo mesianismo político, solo hay una
simple ambición y sujeción al poder, y esté puede corromper hasta el alma más
pura y noble.
El Padre Roberto Martínez se pregunta ¿Qué ha pasado después de ese grito
divino por la alegría de que la obra
estaba hecha? ¿Por qué a diario me encuentro con tantos jóvenes graduados de la
universidad y andan sin rumbos, sin trabajos y sin oportunidades? ¿Por qué la
gente no valora el medio ambiente, común para todos?
¿Por qué se observan bajar cristales de vehículos en nuestras calles que,
en medio del jolgorio y de la briza, se desprende una mano fuera, dejando caer
basuras, papeles, vasos, cartones, botellas,
en las aceras? Como
si se tratara algo normal.
¿Por qué nos da la impresión de que vivimos en una selva al transitar por
las calles de Santo Domingo? ¿Por qué, cuando una persona es asaltada por los
delincuentes, suelen decirle los demás, ¡dale gracias a Dios que estás vivo?
¿Es que ya la delincuencia está en el orden de lo natural en nuestro país? ¿Por
qué tantas muertes violentas y tantos
feminicidios?
Estas preguntas deben ser contestadas de manera individual por cada
ciudadano de nuestra nación. Todos tenemos responsabilidad de mantener vivo el
grito de Dios “Todo está cumplido”. Pero hay una responsabilidad superior en
aquellos que nosotros, libremente hemos decidido que nos gobiernen. En ellos
está la principal responsabilidad, especialmente de formar la patria y enseñar
sus ciudadanos a ver la realidad con un juicio crítico, y eso se logra desde
una buena educación que fomente los valores. Porque, normalmente las voluntades
colectivas suelen ser siempre rectas, pero no siempre los juicios individuales
son iluminados, decía Jean Jacques Rousseau.
Finalmente el diácono José Rosado hablo de La violencia ejercida por una
persona, una institución o situación estructural se inserta cada día más
queriendo crear “una cultura de la violencia” a través de: La incapacidad de
resolver pacíficamente los conflictos, las relaciones de poder, el dominio del
saber, el militarismo, una cultura patriarcal, la discriminación, el racismo y
la exclusión.
Este Espíritu del mal se manifiesta en: la violencia de pareja manifestada
en: conductas de chantaje, amenazas, abuso físico, verbal, sexual, económico y patrimonial.
SERMON DE LAS SIETE PALABRAS VIERNES
SANTO 2018
Catedral
Primada de América
VIERNES 30 DE
MARZO, 2018
PRIMERA PALABRA
“¡PADRE,
PERDÓNALOS, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN!”
Mons. Faustino Burgos
En
este viernes santo, la Iglesia acompaña a Jesús, que sube al Gólgota, al
calvario, donde se inmola por nuestra salvación. Desde la Cruz, Jesús
contempla, no solo a sus verdugos, a los que de él se burlaban, a las mujeres
que le seguían llorosa, entre ellas su Madre, al discípulo amado. Desde la cruz
contempla a una humanidad, que en su gran mayoría, vaga sin sentido por la
vida. Y, esa humanidad, anda sin sentido porque desafortunadamente, hay quienes
desean que sea así, quienes se benefician de que así sea. La sabiduría popular
lo recoge en aquélla breve sentencia que reza: “A río revuelto, ganancia de
pescadores”. Es decir, que hay a quienes les conviene la ignorancia de la
mayoría, aunque se ufanen de promover un tal progreso que solo habita en sus mentes.
De esta ignorancia, sacan provecho solo para sus fines.
Desde
la cruz, Jesús mira al cielo, hacia el Padre, hacia ese Padre de la
misericordia infinita. Su mirada cargada de amor y dolor. Amor porque se
inmola, se entrega generosamente y dolor porque contempla la insensatez de la
humanidad, por la cual, él está inmolándose. Dolor porque ve el sin sentido de
la humanidad. Es por ello que exclama y suplica al Padre: “Perdónalos, porque
no saben lo que hacen!”.
¡Qué
anhelo tan noble y tan profundo esconde esta frase del Señor por sus hermanos y
hermanas que peregrinan aquí en la tierra!
Su
súplica es el anhelo al Padre, para que el hombre, la persona y sus
instituciones, sean conscientes y solidarios, con su prójimo, con su medio
ambiente; para que no se firmenacuerdos y contratos (públicos o privados),
donde se maltrata la dignidad de la persona ni se venda al mejor postor lo que
constituye un bien común. Pues la nación pierde y al ser humano se le hipoteca
su futuro.
Su
anhelo y súplica es, por aquéllos que seducen hacia el mal, hacia la maldad, y
por los que se dejan seducir por lo mal habido, por aquéllos que negocian con
la libertad, la justicia social, la educación y la salud de nuestro pueblo, por
Los que, sin ningún reparo, se gastan los dineros públicos en viáticos, dietas,
bebidas alcohólicas…
Su
anhelo y súplica es, por aquellos que hacen de la violencia, y su hija, la
inseguridad, su modus vivendi, poniendo en peligro nuestro sosiego y bienestar
común.
Padre,
Perdónalos, porque no saben lo que hacen”, sí Padre, aquéllos que promueven el
odio, el rencor y la xenofobia, revestido de falso nacionalismo, o falso pudor,
creando zozobra, intranquilidad y viendo fantasmas donde no los hay.
Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen, cada vez que no hacemos lo correcto
en el momento oportuno. Cuando damos respuestas agradables al oído ajeno y no
comprometemos nuestro accionar para acabar con la impunidad que promueve,
amamanta y sostiene la corrupción en detrimento de las mayorías.
Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen. Sí Padre, a esos que se escudan en una
autoridad delegada para cuidar la ciudadanía, y se lucran a sí mismos, o le
sesgan la vida para robar un simple celular; de esos que atentan contra la vida
del ciudadano al no respetar las señales de tránsito, de los que promueven
desmanes para alcanzar sus malsanos fines.
Perdónalos
Padre, sigue clamando Jesús desde la cruz, por aquéllos que cierran sus ojos y
su corazón hacia la necesidad del otro, siendo indolente y, a la vez, servil de
otros poderes.
Perdónalos…,
cada vez que como líderes: políticos, religiosos, comunitarios, no realizan
(mos) nuestro servicio en favor del pueblo, de tu pueblo, permitiendo que las
conciencias duerman y aumente la impunidad y la corrupción.
La
súplica y el anhelo de Jesús es, de que se opere en el ser humano una verdadera
conversión que lleve a un sincero arrepentimiento y consecuentemente, nos lleve
a trabajar por la libertad de nuestro pueblo para que viva en valores.
*El gran deseo de Js es ver la humanidad
redimida, donde cada Hombre y Mujer, sea agente de su propia liberación, que
consciente de sus derechos, cumpla con sus deberes y obligaciones, su deseo es
que, nadie sea coartado por nada ni nadie. Es ese deseo de redención que le
lleva a suplicar al Padre: Perdónalos porque no saben lo que hacen.
Esa exclamación, esa súplica encierra, a la vez
que el solicitado perdón, el deseo de que se acaben de una vez y por todas, las
diversas formas de esclavitudes, opresiones que parecen invadirlo todo.
Padre, perdónalos… es el grito de los que ya no
aguantan más tanto oprobio, tanto odio, tanta violencia, tanta inseguridad,
tantas injusticias.
Es posible que ante la situación actual por la
que transitamos, de sálvese quien pueda, de violencia, de inseguridad, de tanta
corrupción e impunidad en los distintos estratos de nuestra sociedad, pensemos,
y nos cuestionemos: A-¿puede o debe Js desde la cruz pedir al Padre el perdón
por aquellos que sin ningún reparo delinquen y siguen en ese agitado curso,
transitando impunemente, aprovechándose de la debilidad de los más vulnerables,
del pobre, del indigente, del inmigrante, del sin trabajo…, a sabiendas de lo
que están haciendo?
B-¿Puede o debe Js pedir perdón por aquellos
que realizando auditorias en estamentos del Estado, dejan las mismas
engavetadas a sabiendas de las anomalías encontradas? ¿Puede Js pedir perdón
desde la cruz por aquéllos que conscientemente oprimen e hipotecan el futuro
del pueblo?
C-¿Puede Js clamar desde la cruz el perdón de
los bandoleros, de aquellos que aprovechándose del poder (ya sea, económico,
político, social, religioso) extorsionan al débil?
Es difícil pensar que así sea! Y, Sí, puede! Y
sí, lo hace!, porque siendo inocente, fue vendido y condenado injustamente. Y
lo hace! porque con él se cometieron estas atrocidades, porque Dios es amor y
ese amor es misericordioso, es perdón. Porque él no se complace en la muerte
del pecador, sino en que cambie de conducta y que viva.
Sí clama desde la cruz, es porque, “Tanto amó
Dios al mundo que envió a su Hijo único para salvar al mundo, no para
condenarle.” El perdón que Js desde el madero de la cruz implora, no es un
borrón y cuenta nueva, no significa en modo alguno, que quienes hayan
delinquido y cometido tropelías evadan la justicia y queden impunes. Su súplica
es el anhelo, de que, por un lado, sintiendo el amor inmenso de Dios en favor
de la persona humana, y, por otro, viendo el sufrimiento y dolor humano, haya
verdadera justicia, se opere, se dé en lo más profundo del corazón humano un
cambio de conducta, un sincero arrepentimiento de su mal proceder y sea una
persona nueva. Pues “Dios no quiere la muerte del pecador, sino que cambie de
conducta y viva.” En pocas palabras: que quien haya robado, quien se haya
apropiado de lo ajeno, lo devuelva, al igual que hizo Zaqueo después de aquél
encuentro liberador con Jesús.
PERO, no obstante que Dios se define como amor
y perdón misericordioso, no es menos cierto que es un Dios de justicia. A
veces, pareciera que tarda, pero hace justicia. En ese tenor su clamor y
súplica es un llamado a la conversión y al arrepentimiento, al cambio de vida y
de actitud en la persona.
Si hay en ti como persona, la recta intención
de cambio radical, de arrepentimiento profundo, de comenzar una nueva vida,
entonces sí, siéntete dichoso/a, pues por ti Jesús súplica al Padre el perdón.
También hoy, en este día de viernes santo, tu
Iglesia también exclama: Padre, perdónalos…con el ardiente deseo de que, viendo
a tu Hijo escarnecido en la Cruz, nuestra conciencia, despierte y se abra a la
luz de la Gracia, para que recibiendo el perdón que necesitamos, vivamos en
verdadera hermandad como nación, como pueblo e Iglesia que peregrina hacia la
patria celestial.
+Faustino Burgos Brisman, CM
Obispo Auxiliar de Arquidiócesis de Santo
Domingo
SEGUNDA PALABRA
“En verdad te digo, hoy
estarás conmigo en el paraíso”(Lc. 23, 43)
P. Miguel
Amarante
"Uno de los
ladrones crucificados le injuriaba diciendo: ¿No eres tú el Cristo? Sálvate a
ti mismo y a nosotros. Pero el otro le respondía: ¿Ni siquiera tú que estás en
el mismo suplicio temes a Dios? Nosotros, en verdad, estamos merecidamente,
pues recibimos lo debido por lo que hemos hecho; pero éste no hizo mal alguno.
Y decía a Jesús: acuérdate de mí, cuando
llegues a tu Reino. Y Jesús le respondió: En verdad te digo: hoy estarás
conmigo en el Paraíso".
Podríamos imaginarnos la escena de desolación y ver la
actitud de cada uno de los presentes en la misma. Por un lado, estaba el
pueblo, la muchedumbre que asiste con curiosidad burlona. Los jefes y las
autoridades religiosas burlándose y pidiéndole que se salvara a sí mismo,
denotando con ello su vana idea de un
Mesías triunfante. Por otro lado, estaban los soldados encarnecidos y
extasiados al no entender que un rey como Jesús no hiciera nada para defenderse
y permitiera que le humillaran de tal modo.
El único que tiene una actitud positiva es uno de los
ladrones que fueron crucificados con Jesús; aquel que en algunas ocasiones se
le ha llamado “el buen ladrón” cuando
deberíamos llamarle “el ladrón arrepentido”. Porque un buen ladrón sería aquel
que roba, y lo hace una manera tan perfecta que puede burlar la justicia y no
ser apresado nunca por falta de pruebas, pero no deja de ser un ladrón, por
tanto, no puede ser bueno, alguien que hace algo malo. En nuestro país,
lamentablemente, tenemos muchos buenos ladrones que burlan el fisco, burlan la
justicia, se burlan del pueblo y andan tan campantes por nuestras calles, sin
ser apresados. Confiemos en que algún día se arrepientan como lo hizo el
compañero de patíbulo de Jesús.
Decía yo que el
único que tiene una actitud positiva ante los hechos que presencia es uno de
los ladrones que fueron crucificados con Jesús; éste: 1) Reprende a su
compañero (¿Ni siquiera temes a Dios, tú que estás en el mismo suplicio?) 2) Se
confiesa culpable y reconoce que Jesús es inocente (Lo nuestro es justo, pues
estamos recibiendo lo que merecen nuestros actos, pero éste no ha hecho nada
malo); y por último, 3) hace una petición a Jesús (Acuérdate de mí cuando estés
en tu reino).
El ladrón arrepentido reconoce su culpa, reconoce que
Jesús está condenado injustamente. Se siente culpable, está de acuerdo con la
justicia de los hombres, y aunque le teme, no se queja de la justicia de Dios.
Siente dolor por sus pecados.... "y el dolor le lleva al
arrepentimiento". Este es, ha sido y será siempre el primer paso de la
genuina conversión. El ladrón arrepentido no pide un puesto de preferencia,
como en su día lo hicieran los hijos de Zebedeo. Sólo le pide que se acuerde de
él cuando esté en el paraíso. Con su actitud demuestra la fe que tenía este
hombre. Él tiene la certeza de que Jesús estará en su Reino.
El
ladrón ve en Jesús a alguien fuera de lo
común, sí, porque no es tan común que una persona llame a Dios como Padre y al
mismo tiempo interceda por quienes quieren matarle. Ha de suponerse que esa es
la razón por la que Dimas, como se le
conoce a este ladrón, según la tradición, se atreve a hacerle la petición. “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”.
Este ladrón confía en Jesús, confía en que Jesús tiene poder sobre la muerte.
En una palabra tiene fe en Jesús, cree en él y en sus Palabras. El ladrón
arrepentido ha sabido leer los signos de los tiempos y ha reconocido en el
crucificado al Mesías que va a participar de la gloria de la resurrección.
Jesús aprecia estas palabras de confianza y le asegura que, hoy estará con Él
en el paraíso. El “estar hoy en el paraíso” no expresa un dato cronológico,
sino que la salvación empieza a hacerse realidad desde la cruz. Tampoco el
paraíso debemos entenderlo como un lugar que se espera en el momento de la
resurrección final; es más bien la manera de expresar que la salvación
definitiva llega a la vida de este ladrón arrepentido.
Jesús
le asegura al ladrón arrepentido que “hoy estarás conmigo en el paraíso” y ese
hoy es también el ya y ahora para nosotros.
La
actitud del ladrón arrepentido nos recuerda que nunca es tarde para volver a
los caminos del evangelio. Cualquier día puede ser el hoy de la salvación. Si
la primera palabra que acabamos de escuchar nos invitaba a perdonar; ésta
segunda es una invitación a la conversión, al cambio de actitud, a dejarnos
seducir por ese hombre capaz de perdonar y amar incluso a los enemigos.
Propicio
es el momento para pedir ese cambio, esa conversión en todas las esferas de
nuestra sociedad. La conversión de un sistema judicial donde Themis, la diosa
de la justicia, se ha quitado la venda de sus ojos para juzgar de manera
parcializada y atendiendo a intereses particulares. Nuestro país, amerita un
cambio en el ámbito sanitario. Da pena ver el servicio que recibe la gente en
las emergencias de nuestros hospitales donde no hay ni siquiera camas
suficientes para ser atendidos y a veces los pacientes tienen que recibir las
primeras atenciones médicas, tirados en el suelo. Es necesario el cambio, la
conversión de un sistema carcelario deficiente en el que ya es una costumbre
archivar expedientes y dejar casos en el olvido, a merced del tiempo, mientras los internos se degradan y esperan
vanamente una respuesta de dicho sistema.
Es
necesaria y urgente la conversión de tantas personas que aferrados a un
patriotismo barato se encarnizan contra inmigrantes, que aunque con cultura
diferente a la nuestra, no dejan de ser personas y por tanto, merecen respeto.
Y qué decir, de los responsables de regular la migración y la seguridad
fronteriza, ellos también necesitan esa conversión y tratar el tema con
seriedad, no utilizar la situación para enriquecerse, explotar y traficar con
seres humanos.
Conversión
de un sistema excluyente en el que los jóvenes tienen que abandonar sus sueños
y emigrar a otros países en busca de un mejor futuro.
Ese
cambio, esa conversión debe tocar también las puertas de nuestras familias. Es
necesario retomar el camino, apostar por un modelo de familia donde primen los
principios y los valores del reino.
Nuestra
Iglesia tampoco queda inmune a esta necesidad de convertirse, también nosotros
necesitamos convertirnos y pedir perdón por los escándalos de algunos de sus
miembros, por nuestros silencios cuando debemos hablar. Convertirnos y ser más
tolerantes, más dialogantes, ser más misericordiosos. Estando al lado de los
preferidos por Jesús. Queriendo y aceptando a los otros, como lo hizo él, sin
distinción.
Que Jesús, desde la agonía de la cruz nos anime a
cambiar y a constituirnos en agentes de cambio en nuestros ambientes, para que
también podamos estar con él desde ya en el paraíso. Amén.
P. Miguel
Amarante
TERCERA
PALABRA
«Mujer,
ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu madre.»
P Nelson Antonio
Acevedo Betances
“Junto a la cruz de Jesús estaban su
madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su
madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Luego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu
madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa” (Jn
19,25-27).
"Ustedes, todos los que pasan por el
camino, miren y vean si hay dolor semejante al dolor que me atormenta, con el
que el Señor me ha herido" (Lam 1,12).
A esta hora se han
alejado ya el grupo de los curiosos. Gran parte de los enemigos se ha ido
también. Quedan únicamente los soldados de guardia y el pequeño grupito de los
apóstoles y discípulas fieles, los otros hace tiempo que huyeron, no pudieron
soportar la caída del maestro. El mismo Pedro, por miedo o por vergüenza de su
traición, tampoco está aquí. Para bochorno de los varones el grupo está formado
por mujeres, a excepción de Juan, el más joven del grupo de Nazaret que lo ha
seguido a Jerusalén, en quien el amor ha podido más que el miedo y la duda.
Este pequeño grupo
estaba cerca de la cruz y como escribe Lagrange: Ninguna ley impedía a los
parientes el acercarse a los condenados; los soldados defendían las cruces
contra un posible golpe de mano o para impedir cualquier forma de tumulto; pero
no apartaban a los curiosos, ni a los enemigos, ni tampoco a las personas
amigas.
Realmente poco
podía temerse de aquel grupito de mujeres y un muchacho. Los mismos soldados
debían de tener compasión de aquel reo a quien a la hora de la verdad, tan
pocos partidarios habían quedado como él mismo había anunciado: “heriré al
pastor y se dispersarán las ovejas del rebaño” (Mt 26,31).
“Estaba la madre al pie de la cruz” en un momento desde el punto
de vista humano y sentimental cruel. Cruel para María y para Jesús. La
presencia de la madre en la cruz era una doble fuente de dulzura y dolor. Para
Jesús tuvo que ser un dolor indescriptible, en su
mirada reclama de todos un respeto profundo y verdadera piedad por quien ahora
está viviendo los dolores profetizados por Simeón en el Templo el día de su
Presentación: ¡En cuanto a ti, una espada te va atravesar el corazón!” (Lc
2,35) porque ver desde la cruz a su madre compartir
su dolor.
Si mis hermanos, en medio de este grupo estaba esa Mujer, la
mujer del dolor, un dolor que taladra hasta la profundidad de los huesos, pues
es el “Señor quien me ha herido” (Lam 1,12) cuando ha permitido la llegada de
“la hora”: “¿Qué tengo yo que ver contigo mujer? Aún no ha llegado mi hora” (Jn
2,4), pero esta es la hora, la hora de las tinieblas, por eso “siento una
tristeza de muerte” (Mc 14,34) “¿y qué voy a decir? ¿Padre, sálvame de esta hora? Pero para esta hora
he venido” (Jn 12,27).
Esta “hora” ya ha llegado: “Ha llegado la hora de que el Hijo
del Hombre sea glorificado. Le aseguro que, si el grano de trigo caído en
tierra no muere, queda sólo; pero, si muere, da mucho fruto” (Jn 12,23-24) como
contemplaba Santa Catalina de Siena: “Ahí estaba
Ella, la Mujer del Génesis, la Mujer de las Bodas de Caná, la Mujer del
Apocalipsis; la Mujer que había sido destinada, elegida, formada para ser Su
Madre en la tierra”. Mujer también en esta “hora” hay grupo de malos
dominicanos y dominicanas fomentado xenofobia que los vecinos haitianos, es
verdad que nos podemos recibir a todos los ilegales a haitianos que cruzan por
la frontera, pero tratar de incentivar en los más ignorantes un nacionalismo
rancio y barato que no toca a quienes se benefician de las manos de obra
baratas de los trabajadores haitianos ni reclaman la aplicación de las leyes
laborales.
Madres
hay que se retiran para no presenciar la agonía de sus hijos; su amor no les
consiente asistir a tal espectáculo ni verlos morir sin poderlos socorrer. Como
existen tantas madres en los barrios donde vivimos que ven impávidas tantas
adolescentes embarazadas ante de tiempo, que se ven obligadas por estas
circunstancias de abandonar la escuela, las cuales vienen engrosar la fila de
la pobreza y sobre todo nos encontramos con el drama de la responsabilidad de
niñas criando niños.
La
Virgen María, por el contrario, cuanto más próximo estaba el Hijo a la muerte,
tanto más se acercaba a la cruz. La Madre miraba al Hijo agonizante sobre la
cruz, y el Hijo miraba a la Madre agonizante a su pie, quien para mirarla tuvo
que sacudir los párpados con fuerza, para limpiar la sangre, que le impedía ver
y le dijo: “Mujer, he ahí a tu hijo”.
Por qué decirle “mujer” a su madre, por qué no
llamarle “madre”, la razón principal responde a la teología de Juan que
relaciona dicho título con Eva, la madre de todos los seres vivientes: “y creó
Dios al hombre a su imagen; a su imagen de Dios lo creó; varón y mujer los
creó” (Gén 1,27), y el Evangelista se la aplica a la Virgen María en dos
momentos fundamentales de la vida pública de Jesús, en el primer momento, ella
prácticamente obliga a Jesús a manifestarse realizando el primer milagro en las
Bodas de Cana, y ahora en este momento crucial como afirma Dionisio Cartujano:
“En la
pasión del Salvador los pechos de María se llenaron de la sangre que corría de
sus llagas, para que con ella pudiese alimentar a sus hijos. Y añade que esta
divina Madre, con sus plegarias y con los merecimientos que atesoró asistiendo
a la muerte de su Hijo adorable, nos alcanzó la gracia de participar de los
méritos de la pasión del Redentor”.
Es en
este momento, en el de la “hora”, en el que Jesús va a dar el vino del Espíritu,
es cuando inaugura la alianza nueva que sustituirá definitivamente a la
antigua. Es el vino nuevo de la entrega incondicionada, de la vida ofrecida en
el altar de la cruz, y que es ofrecido ahora, no ya al maestresala, sino a la
humanidad que lo ha rechazado, que lo ha condenado en los poncios pilatos que
siguen condenando a los dominicanos que se roban una gallina y mueren enfermo
en la cárcel de La Victoria en cambio los ladrones del caso Odebrecht, quienes
sobrevaloraron casi todas las obras que realizaron han andan suelto disfrutando
de las fortunas que han amasado. Porque en República Dominicana no se han
construido cárceles para los que se roban millones ni existen jueces para la
clase política que defrauda el erario público.
Es
esta “mujer”, María, la madre de Jesús la que colabora para que brote el vino
nuevo, el vino de la alegría, el vino del entusiasmo que han perdido tanto
jóvenes nuestros en muchos de los cuarteles de la policía de nuestros barrios
empobrecidos, quienes para quedar en libertad deben pagar grande suma de dinero
que no tienen, cuando no es a la policía, es al ayudante fiscal porque de otra
manera no salen ni con oraciones.
Es
esa “mujer”, María que contempla el vino nuevo que brota del costado abierto de
Cristo en forma de sangre y agua, será el vino que alegre la boda nueva y
definitiva de ser humano, creyente o no, porque la vida sólo tiene sentido
cuando se hace servicio, cuando se entrega sin esperar nada a cambio como lo
hizo tú hijo, Cristo Jesús. Es este vino el que hace falta en las diócesis y
parroquias nuestras para engendrar entusiasmo y alegría por los valores del
Reino, el compromiso solidario y militante con nuestros laicos y seglares de
hacer nuestros los proyectos pastorales que muchos presbíteros y consagrados han
dejado de lado para dedicarse a sus propios proyectos personales o buscando
mezquinos intereses pecuniarios.
Con ese anuncio “mujer es ahí
a tu hijo” (Jn 19,27) moribundo desde la cruz la hace “madre universal, madre
de todos los creyentes”. El discípulo amado es el prototipo del seguidor de
Jesús. María, al convertirse en su madre, se hace la seguidora por excelencia
al mismo tiempo se prolonga
en la compasión de la corredentora a todos los miembros de Cristo. Este es el misterioso sentido de lo que dice
Pablo: “Completo en mi propio
cuerpo, lo que falta a las tribulaciones de Cristo para bien de su cuerpo que
es la Iglesia” (Col 1, 24).
La maternidad de la Virgen María se
ensancha de un modo nuevo porque ahora no es sólo madre del Hijo de Dios, sino
también de todos nosotros. Si no fuera la Madre de Cristo-Cabeza, no sería la
Madre de los miembros, que somos nosotros la Iglesia representada en el apóstol
amado. Pues ella al ser al Madre de la Cabeza, tiene que ser también la Madre
de todos sus miembros. Madre física de la Cabeza y Madre espiritual de todos
sus miembros porque somos efectivamente los miembros espirituales del cuerpo de
Cristo.
En aquel instante
de más profundo dolor, al pie de la cruz se gestaba en ella con dolores de
parto, la Iglesia naciente, y ella estaba allí no por un simple
sentimentalismo, sino porque está asociada a la misión de Jesús. Esta es la
hora, este el momento en que María ocupa su papel con pleno derecho en la obra
redentora de Jesús. Y entra en la misión de su hijo con el mismo oficio que
tuviera en su origen: el de madre. Madre es ahí a tus hijas que son asesinadas
por sus propios maridos, novios y ex amantes, el feminicidio se ha convertido
en una epidemia en nuestra sociedad donde muchos hombres se creen propietarios de
las mujeres cosificándolas con un machismo trasnochado. Estamos llamados a
crear una nueva cultura dentro del hogar donde se enseñe a valorar a la mujer
por lo que es, pues es urgente y necesario dejar de convertir a la mujer un
mero objeto sexual, enseñando a los varones la gran dignidad que la mujer posee
por sí misma.
Luego dijo al discípulo que
más amaba: «Ahí tienes a tu madre.» (Jn 19,27). Es
evidente que, en la cruz, Jesús hizo mucho más que preocuparse por el futuro
material de su madre, dejando en manos de Juan su cuidado. La importancia del
momento, el juego de las frases bastaría para descubrirnos que estamos ante una
realidad mucho más honda. Si se tratara de una encomienda solamente material
sería lógico el «he ahí a tu hijo». María se quedaba sin hijo, se le daba uno
nuevo. Pero ¿por qué el «he ahí a tu madre»? Juan no sólo tenía madre, sino que
estaba allí presente. ¿Para qué darle una nueva?
El
discípulo representa a la comunidad en cuanto sus miembros son compañeros y
amigos de Jesús. Siendo el confidente (Jn 13,23-25) e inseparable de Jesús,
entró con él en el atrio del sumo sacerdote, para ser testigo de su entrega y
muerte (Jn 18,15). Por eso está presente al pie de la cruz. Él ha de ser el
testigo de la gloria que se manifiesta (Jn 19,35).
Es claro que se
trataba de una maternidad distinta. Y también que Juan no está allí solamente
como el hijo del Zebedeo, sino algo más. Los cristianos de todos los tiempos
han visto en Juan a toda la humanidad representada y, más en concreto, a la
Iglesia naciente. Es a esta Iglesia y a esta humanidad a quienes se les da una
madre espiritual. Es esta Virgen, envejecida por los años y los dolores, la
que, repentinamente, vuelve a sentir su seno estallante de fecundidad.
Jesús nos regala
una madre para que superemos la pobreza estructural donde hay una gran masa de
ciudadanos y ciudadanas que no tiene acceso a una casa digna, que no tiene
acceso al trabajo y los que tienen trabajo tienen un sueldo de miseria que no
da para tener una vida digna, una vida de hijos e hijas que no tienen acceso a
una educación de calidad y esperan que la promesa de una república digital
llegue a los más apartados rincones donde se anida la pobreza.
Ese es el gran
legado que Cristo concede desde la cruz a la humanidad. Esa es la gran tarea
que, a la hora de la gran verdad, se encomienda a María. Es como una segunda
anunciación. Hace treinta años —ella lo recuerda bien— un ángel la invitó a
entrar por la terrible puerta de la hoguera de Dios. Ahora, no ya un ángel,
sino su propio hijo, le anuncia una tarea más empinada si cabe: recibir como
hijos de su corazón a quienes son los asesinos de su primogénito.
Y ella acepta y ya
había aceptado, cuando dijo aquel «Si» al arcángel Gabriel: “Yo soy la esclava
del Señor: que se cumpla en mí tu palabra” (Lc 1,38), era una total entrega en
las manos de la voluntad de Dios. De ahí que el olor a sangre del Calvario
comience extrañamente a tener un sabor de recién nacido; de ahí que sea difícil
saber si ahora es más lo que muere o lo que nace; de ahí que no sepamos si
estamos asistiendo a una agonía o a un parto. ¡Hay tanto olor a madre y a
engendramiento en este drama!
De
esta manera, emerge una relación de familia en términos de discipulado donde el
discípulo amado es el prototipo del nuevo creyente que no teme a la cruz ni a
la muerte y sobre todo que acoge en su casa a las madres que él ha encontrado
en el camino. Es un llamado urgente que nace de la cruz de Cristo de Jesús,
acabar con la prostitución de menores que encuentra en los centros turísticos
de Boca Chica y Puerto Plata caldo de cultivo, donde muchos antros se alimentan
de la desintegración familiar y de la pobreza que se pasea por los campos y
barrios nuestros empobrecidos.
Erróneamente
podemos pensar que la madre es quien es encomendada a los cuidados filiales de
su discípulo amado, pero la realidad es totalmente otra: es el discípulo preferido quien es
encomendado a los cuidados maternales de la mujer. Por eso dice Jesús: “¡Mujer, he ahí a tu hijo!”, y luego,
como subrayando la misión que acaba de recibir la mujer, a manera de
recomendación, dice al discípulo: “¡He
ahí a tu madre!”. Ordena al discípulo que en esa mujer reconozca y
reciba a su “madre”. Y esto es
lo que el evangelista afirma que ha hecho: “Y desde aquella hora, la recibió el discípulo como suya”. También en
nuestra casa, en nuestras comunidades y sectores, el Estado está llamado a
crear fuentes de trabajo para los jóvenes, quienes por falta de oportunidad
valgan sin rumbo por las calles y muchos de ellos caen en los lazos fáciles de
la delincuencia y la droga, la cual se vende en las esquinas de nuestros
barrios como harina y sin ningún desparpajo.
El
discípulo es símbolo de todos los creyentes, y la mujer-madre es símbolo de la
Iglesia. En otras palabras, María al pie de la cruz es declarada madre
espiritual de la Iglesia que está naciendo. Desde el día de la encarnación,
María, al ser madre de Jesús-Cabeza, quedó convertida en madre de su Cuerpo
total, pero en el Calvario, cuando Jesús engendra definitivamente a su Iglesia,
María recibe oficialmente su misión maternal respecto de ella.
En
esta “hora” en que el Hijo va al Padre nace en la maternidad de la madre de
Jesús,el Hombre nuevo, el nuevo Adán y atraerá a todos hacia sí (Jn 12,31;
16,33). A esta grandiosa obra está asociada una mujer, que tiene misión
de ser madre, la nueva Eva, principio de vida. Y, finalmente, surgirá una nueva
descendencia fiel, representada por el discípulo amado de Jesús.
Oremos
Señora de la Maternidad Renovada en la cruz,
“queremos ser discípulos amados, ¡oh Maestra del Evangelio!
Queremos ser herederos de Jesús, oh Madre, ¡vida de la Vida!
En ese cambio de hijos, tú sabes bien, María,
que nos ganas a todos y no pierdes el Hijo
ya de vuelta a su Padre,
para esperarnos con la Casa pronta”. Amén
Dom
Pedro Casaldaliga
P Nelson Antonio
Acevedo Betances
CUARTA
PALABRA
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
(Mt 27, 46)
Por: P. Vicente Sánchez Burgos, ivd
En
el Evangelio, esta la expresión de Jesús viene dada en el contexto de su último momento en la cruz antes de
expirar.
De
acuerdo con el Papa Emérito Benedicto XVI,
estas palabras, en labios de Jesús expresan “toda la desolación del
Mesías, Hijo de Dios, que está afrontando el drama de la muerte, una realidad
contrapuesta al Señor de la vida”. Es
“una llamada a Dios que parece lejano, que no responde y que parece haberlo
abandonado”.
Con
esta expresión, Jesús abraza con ternura a todos los hombres y mujeres heridos
de la vida y, como han expresado nuestros obispos en la Carta Pastoral del 21
de enero, nos desafía a “reconocer y confrontar las
estructuras de pecado. Estas estructuras incluyen la violencia social e
intrafamiliar, los feminicidios, los abusos a menores, el tráfico de seres
humanos, drogas, armas, la corrupción, la impunidad, la manipulación en la
administración de la justicia, la equidad en la administración de los bienes,
la carencia de la solidaridad y todas las demás degradaciones sistemáticas de
la vida o en contra de la dignidad humana”.
No
cabe duda que con esta expresión Jesús
quiere sentirse cercano a todos los hombres y mujeres que en algún momento de su vida se han sentido abandonados por Dios, sea por causa de sus propias decisiones o
acciones equivocadas o, bien, por la
negligencia o la irresponsabilidad de las autoridades competentes. En
este sentido, pienso en muchos dominicanos y dominicanas quienes, aquejados por
diversas enfermedades, y no pudiendo pagarse un servicio de salud privado, acuden a nuestros hospitales públicos con la
esperanza de calmar su dolor, pero al llegar allí se encuentran con un panorama
que duplica o multiplica su dolor porque deben pasarse largas horas (de pie o tirados en el piso) en la sala de
emergencias sin recibir la mínima atención de un médico, ya sea por falta de
personal o por falta de espacio físico, cama y otros mobiliarios adecuados. Por ejemplo, pienso en el Hospital
Regional Marcelino Vélez Santana, en Herrera, Santo Domingo Oeste, el cual está
ubicado en una demarcación geográfica con más de 800 mil habitantes, y que, a
pesar del anexo que allí ha inaugurado el Presidente de la República, Lic.
Danilo Medina Sánchez, hace casi dos
años, todavía las autoridades de este centro de
salud no se han puesto de acuerdo para aperturar este nuevo y moderno
centro de salud y ponerlo al servicio de cientos de pacientes que a diario
acuden a este lugar.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Este
es el grito de muchas personas que a diario ven pisoteada su dignidad, que
sufren dolor e impotencia ante los abusos a los que son sometidos en sus
lugares de trabajo, con sueldos de miseria, mientras que observan cómo los
miembros de algunas instituciones del Estado, quienes devengan sueldos de lujo,
se hacen aumentos de sus sueldos a pesar de que han alegado que sus
instituciones no tienen fondos para ejecutar las funciones para las cuales han
sido creadas.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Es también la expresión de dolor del
pueblo dominicano cuando observa a sus autoridades gubernamentales empeñadas
más en asegurar su permanencia en los puestos de turno (más allá del período para el cual ha sido
electos legítimamente por los ciudadanos) que en gobernar y servir al pueblo
que los eligió. En este mismo tenor, es el mismo dolor del pueblo dominicano
que vislumbra poca esperanza en sus líderes políticos emergentes
porque, salvo pocas excepciones, éstos terminan pactando alianzas electorales
con otros partidos mayoritarios, asegurándose una tajada del pastel y
defraudando la esperanza y la ilusión de un pueblo que cada día cree menos en
su clase política.
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Este es, hoy día, el grito de muchos dominicanos y dominicanas que ante
la justicia de nuestro país se sienten ante la injusticia y la
impunidad. Con frecuencia observamos que los acusados de sustraerse millones de
pesos de los fondos públicos son favorecidos con sentencias que van desde la
permanencia en la comodidad de sus hogares, el pago de una garantía económica o
libertad pura y simple, ya sea por un expediente mal instrumentado o por
otras razones misteriosas, mientras que
los ciudadanos que no poseen
apellidos sonoros, cuando vienen acusados de cometer algún delito leve, se les
dicta sentencia rápida y sin contemplación y se les envía, sin más, a cumplirla en la cárcel de la Victoria.
Estamos
ante lo que los obispos de nuestro país han llamado, en su Mensaje con motivo
del día de la Independencia Nacional, la “impostergable urgencia de vivir en
valores”, entre los cuales se resalta el imperio de la ley.
Hemos
de aclamar al Señor de la Misericordia para que este panorama tan sombrío sea
iluminado por Cristo que se entrega por todos, y que resucita en el corazón y
en la vida de tantos dominicanos y dominicanas que tenemos fe en Dios y fe en
nuestro país.
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
P.
Vicente Sánchez Burgos, ivd
QUINTA PALABRA:
«Tengo
sed» (Jn. 19, 28)
P. Eric Wilson Cosme
"Después de
esto, sabiendo Jesús que todo estaba cumplido, dijo: «Tengo sed», y con esto
también se cumplió la Escritura. Había allí un jarro lleno de vino agrio.
Pusieron en una caña una esponja empapada en aquella bebida y la acercaron a
sus labios." (Jn. 19, 28-29)
La
sed, es una necesidad absoluta aún más que el hambre, el deseo de agua, es
deseo de vida. Una persona puede morir más rápido por la falta total de agua,
que por la falta total de alimento. Tener sed, es estar necesitado uno de los
elementos fundamentales de la vida.
¿Por qué siente
sed Jesús?
Era muy natural que Jesucristo tuviera una sed ardiente. Sed de agua, sed fisiológicas.
El sudor de sangre en Getsemaní, las terribles torturas y la pérdida de sangre
de la flagelación, de la coronación de espinas, de la cruz a cuestas y de la
crucifixión. Jesús había sido arrastrado
de un lado al otro por la ciudad, y desde la flagelación en la columna, había
sangrado copiosamente, este desangramiento continuó por varias horas. Cuando se
pierde sangre se experimenta en seguida el tormento de la sed. Nuestro Señor,
debió sentir una sed abrasadora que nos hace evocar el Salmo 22, 16, que dice: “Mi paladar está seco como una teja y mi
lengua pegada a mi garganta: ya están para echarme a la sepultura”. En lo
alto de la cruz. Jesús iba perdiendo gota a gota la sangre divina de sus venas.
Probablemente hacia las tres de la tarde, tanto Nuestro Señor Jesucristo como
los dos ladrones que estaban crucificados, el uno a su derecha y el otro a su
izquierda, debían tener cuarenta grados de fiebre.
El
derecho al agua, es un derecho fundamental. A Jesús le son violados sus
derechos fundamentales, apresado injustamente desde el día anterior, condenado
a muerte por un sistema judicial viciado e injusto. Es llevado a la cruz y es
tratado como un "indeseable social".
Así como Jesús, hay muchos internos de nuestro sistema penitenciario, a
quienes les violan sus derechos, viven hacinados, a ellos ni les pintan, ni les
acondicionan las cárceles en las que guardan prisión, en cumplimiento de su
sentencia.
La
expresión de Jesús: «Tengo sed», hace referencia
al lamento del justo que sufre, así lo afirma el salmo 69, 22: "En mi sed me han abrevado con
vinagre" (Cf. Salm. 42, 2-3; 63, 12). Esta escena recuerda también el grito de
Jesús en el templo en el último día, el día de la gran fiesta: "Si alguno tiene sed, venga a mí y
beba. Quien cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva brotarán de
su seno" (Jn. 7, 37s). Esta escena, nos trae a la memoria, a su vez,
el diálogo de Jesús con la samaritana en el pozo de Sicar, cuando hablaban del
"agua viva". De esa agua, que quien la pruebe, jamás tendrá sed. Esta palabra de Jesús, la podemos interpretar
en dos dimensiones: por un lado, la sed que siente Dios en relación al hombre
alejado de él por el pecado o por la libertad de sus actos y por otro lado la
sed física de Jesús, por el notorio agotamiento de sus fuerzas físicas,
producto del maltrato y las vejaciones sufridas, como ya hemos señalado.
Solo
Dios es quien puede saciar la sed más profunda del hombre. Cuando hay un vacío
de Dios en nuestras vidas, buscamos otros sucedáneos para intentar suplir esa
carencia esencial. Como escribió San
Agustín, “Dios tiene sed de que los hombres tengan sed de Él”. Pero los
hombres, los de ayer, los de hoy y los de mañana intentamos aplacar esa sed
bebiendo en otras fuentes, recurriendo a otros pozos que prometen saciarnos y
calmar nuestra sed, pero acaban decepcionándonos porque son efímeros,
engañosos, fraudulentos, “cisternas agrietadas, que el agua no retienen”, las
llama el profeta Jeremías (Jr 2,13b). "Como busca la cierva, corrientes de
agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?" (Salm. 41, 2-3). Sólo Tú, Señor, eres fuentes de agua viva y,
como dejaste dicho, sólo los que beban de esa agua quedarán saciados. Lo
entendió la Samaritana, que, de los placeres de la vida, tenía una larga
experiencia a sus espaldas. Ojalá lo entendamos también nosotros.
¿Qué
clase de sed padece Jesús en esta tarde del viernes santo? No cabe duda que el
Señor, está abrasado por el sol, quemado por la sed. Jesús tiene mayor sed de
que se realice el Reino de su Padre en el mundo. Tiene sed de que, por fin
vivamos con la mirada fija en Dios y no en las cosas pasajeras. Tiene sed del amor
generoso, desinteresado de los que le siguen, siendo capaces de llegar, en su
discipulado, hasta el Calvario, si fuera necesario, para testimoniar al mundo,
que existe una vida superior a la intramundana.
La
sed de Jesús no es sólo física, desgarradora para uno que esté colgado en la
cruz. Es la sed de un Dios que amó tanto al mundo que entregó a su propio Hijo.
Jesús tiene sed de darnos lo que sacia verdaderamente nuestra sed, desea lo que
realmente necesitamos: ser semejantes a Dios. Tener y vivir su misma vida,
vivir su mismo proyecto de amor. Jesús
tiene sed, pero es al mismo tiempo el agua que da la vida. Así como en el
desierto, a Moisés se le mandó golpear con una vara la roca para que de ella
brotara agua, así de este Jesús triturado a golpes, insultado y maltratado,
"brotará el agua pura que nos purificará de nuestros pecados y de nuestras
inmundicias" (Cf. Ez. 36, 25)
De
este modo, Jesús muestra su amor y cumple el designio del Padre. Si su hambre
se sacia con un alimento que los discípulos no conocen (Cf. Jn. 4, 34), su sed
se sacia amando de un modo inaudito e inenarrable; ama a quienes lo odia y lo
desprecia. Ama y da su vida en rescate por muchos. Jesús inauguró su misión, tomando la
condición de hambriento y de sediento (Cf. Mt. 4, 1-4), hoy somos invitado a
escuchar la voz de Jesús, fatigado y sediento, esa misma voz que oyó la
Samaritana junto al pozo de Jacob: "Dame de beber" (Jn. 4, 7).
Contemplamos en este Viernes Santo, a Jesús clavado en la cruz, que agonizante
a gritos nos dice: "Tengo sed" (Jn. 19, 28), Hoy Jesús repite su
petición y revive los tormentos de su agonía en nuestros hermanos socialmente
empobrecidos.
Recordamos
la sentencia del Señor: "Y todo aquél que dé de beber tan sólo un vaso de
agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, les aseguro que perderá
su recompensa" (Cf. Mt. 10, 42). Debemos de poner nuestro corazón y
nuestras esperanzas, en que un día, escucharemos la voz de Jesús que nos dirá:
" Vengan, benditos de mi padre… porque tuve sed y me dieron de beber"
(Cf. Mt. 25, 34-35) “Tengo sed”, es el grito dolorido y pascual de solidaridad,
de amistad, de ternura y de misericordia de Jesús con todos los pecadores, con
todos los pobres y con todos los sufrientes. Jesús tiene sed de que los
pecadores vuelvan a los brazos amorosos del Padre.
“Tengo
sed”, grita Jesús en esta quinta palabra que en términos similares han
pronunciado y pronuncian todavía hoy millones de seres humanos, hombres y
mujeres, niños, ancianos, enfermos. La humanidad tiene sed porque el agua
escasea dramáticamente a millones de personas que no tienen qué beber ni con
qué lavarse ni con qué regar y hacer crecer sus cultivos.
En
nuestro país es muy notorio el descrecimiento de las aguas. La República Dominicana ha entrado ya en la
etapa crítica del agua y presenta serios problemas de abastecimiento. Tan solo en Santo Domingo
consumimos cerca 400 millones de litros de agua, de las cuales una gran
cantidad se pierde en las tuberías, ya sea por roturas en las mismas o por el
desperdicio de los usuarios.
¿Qué
clase de sed padece nuestra sociedad dominicana?
Hoy
en día podemos decir que nuestra patria, y sus habitantes, tenemos sed, de un
sinnúmero de realidades. (Entendiendo la
sed como la insuficiencia de una necesidad esencial para la vida). Me queda
claro, que no bastaría este breve sermón para enumerarlas, y gracias a Dios que
ni si quiera son necesidades desconocidas. Quienes tienen los mecanismos para
solucionarlas, las conocen también como ustedes y yo, ya que no se trata de un
asunto de simple percepción, sino de realidades evidentes. Que todos podemos ver… Lo que quizás nos haga
falta, con urgencia, sea la voluntad para quererlas resolver. Así pues…:
Tenemos sed de una vida digna, con las
condiciones de bienestar suficientes para todos, especialmente para las masas
socialmente empobrecidas. La necesidad, producto de las faltas de
oportunidades, realidad que se ha mezclado con el ideal del "mínimo
esfuerzo y el máximo nivel de beneficio". Nos ha hecho caer en la búsqueda
de bienes económicos sin importar su procedencia. Por dinero, estamos siendo
capaces de hacer cualquier cosa, cualquier cosa… sin reparar lo que vamos a
hacer o el impacto que eso podría tener.
Tenemos
sed de una Iglesia que siga siendo "voz de los que no tienen voz".
Una Iglesia comprometida con el Evangelio, en la que pastores y laicos sigamos
trabajando para que el "Reino de Dios venga a nosotros". Una Iglesia
que siga siendo rostro de Cristo, casa de la Palabra y hogar de la caridad. Una
Iglesia entregada en la transformación social de nuestro pueblo. Que siga
defendiendo desinteresadamente los derechos fundamentales, de manera especial
los del no-nacido y los derechos de la naturaleza, nuestra casa común. Una
ética ecológica implica el abandono de una moral utilitarista e individualista.
(Cf. SD. 169, 138). Me hago eco de una opinión emitida por Philippe Cousteau, nieto del gran gran
explorador francés Jacques Cousteau: “El
agua es la esencia de la vida, es la sustancia más preciada, más que el oro o
el petróleo. Podemos vivir sin eso, pero no sin agua”
Tenemos
sed de una justicia, "más justa, imparcial y equitativa para todos".
No una justicia en dos niveles: para el grande y para el pequeño. No una
justicia, en donde haya quienes estén exentos de toda culpabilidad legal y
hasta moral. Se nos está transmitiendo como meta-mensaje, que, "si robas
poco, vas a la cárcel, pero si robas mucho no". Eso es lo que
lamentablemente, se nos está dando a entender…
Estas y otras situaciones, ligadas al orden social y a la justicia, nos
están llevando a tomar la justicia por nuestras propias manos. Cada día,
aumentan los casos… El mismo Jesús nos dice: "Dichosos los que tienen
hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados" (Mt. 5, 6) La
sociedad dominicana ansía que su sed de justicia quede saciada.
Tenemos sed, de dominicanos que sirvamos a la
patria y que no nos aferremos al poder. Que no nos creamos que los
pseudo-mesianismos políticos han resuelto algún problema. La historia está ahí
y no miente. Basta revisarla… Ella misma, ha demostrado que detrás de todo
mesianismo político, solo hay una simple ambición y sujeción al poder, y esté
puede corromper hasta el alma más pura y noble.
Tenemos
sed, de dominicanos que respetemos la vida desde su concepción natural, hasta
la muerte natural. La vida, tiene un
valor inestimable, por ser un don de Dios. Tenemos sed de dominicanos que
seamos menos violentos y más pacíficos. Que dialoguemos más y maltratemos menos
a los demás. Estamos viendo, como un crimen superar al otro, en maquinación y
en perversidad. Ya estamos perdiendo la capacidad de asombro. ¿Qué nos está pasando como sociedad?
Finalmente,
y no menos importante. Tenemos sed, de que se paren por fin los feminicidios y
la violencia en todas sus manifestaciones: física,
verbal, emocional y psicológica. Que entendamos que no somos superiores o
dueños de los demás. El otro no es "mío". No es un "objeto de mi
propiedad". No tengo derecho a maltratar
a otros. El otro es un don de Dios. Si no estamos haciendo uso de la legítima
defensa propia. No hay derecho ni razón alguna para matar a una persona y
máxime si ha sido tu pareja sentimental o si es la madre de tus hijos. ¡Basta de tanta violencia y de tantas
muertes!
La
violencia, solo genera más violencia. Y como conducta adquirida, se aprende en
los distintos ambientes sociales... Dejemos de enseñar al otro el ser violento,
enseñémosle mejor, de manera teórica y práctica, a resolver sus conflictos a
través del diálogo, la paciencia, el respeto, la tolerancia, la comprensión y
la no violencia. La paz es fruto del amor y de la justicia. Jesús nos dice en
su palabra: "Felices
los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios." (Mt. 5, 9)
Que el Señor nos acompañe hoy y siempre.
P.
Eric Wilson Cosme
Referencias
Belarmino,
Roberto (S.f). Las siete últimas palabras de Cristo.
Castellano,
Nicolás (1995). Las siete palabras desde
América Latina. PPC, Madrid.
Fausti,
Silvano (2008). Una comunidad lee el
Evangelio de Juan. San Pablo, Bogotá.
Martín
Descalzo, José Luís (1995). El sermón de las siete palabras. PPC, Madrid.
Royo Marín,
Antonio (S.f). La pasión del señor o las siete palabras de nuestro señor Jesucristo
en la cruz. BAC, Madrid.
Pelayo, Antonio
(2015). Sermón de las siete palabras. Valladolid.
SEXTA
PALABRA
Todo está
cumplido, Jn 19,30
P.
Roberto Martínez
Es una palabra
de triunfo. Él, al llegar a este mundo había hecho saber a todos que venía al
mundo a hacer la voluntad del Padre, “He
aquí que vengo para hacer tu voluntad”. Ahora su última palabra es: “Todo está
cumplido”, es decir, tu voluntad, que ha sido el alimento y camino de mi vida,
ha sido cumplida con perfección.
Según los
estudiosos de los santos Evangelios, de las Siete Palabras pronunciadas por
Jesús desde el madero de la cruz, la sexta es la más corta, pero llena de un
inmenso significado, en ella se refleja su labor cumplida y deja para la
humanidad un mensaje tremendo de responsabilidad frente a sus propios actos.
Es una noticia
agradable, que a pesar de pasar por el sufrimiento, ya se puede decir ¡todo
está cumplido! Si nos fijamos en los pasos de su vida, ya en muchas ocasiones
se había preludiado que la cruz sería el triunfo de Cristo.
En el evangelio
de Lucas, el anciano Simeón le dijo a María su madre; mira, este está puesto
para caída y levantamiento de muchos, a ti misma una espada te atravesará el
alma (Lc 2,34-35). Cuando Jesús exclamó en la cruz “Todo está cumplido”,
claramente dijo que su muerte no fue sólo el resultado de un error judicial, ni
de una casualidad, sino que estaba prevista y era el resultado de su testimonio
de su misión.
Jesús nos
aseguró que vino a traer fuego a la tierra y ojalá que estuviera encendido (Lc
12,49). Anunció también que sería bautizado con un bautismo de sangre. ¡Qué
angustiado estoy hasta que se cumpla! ¿Piensan que he venido a traer paz? (Lc 12,49-51).
Jesús trajo
división porque supo ser un verdadero profeta, él habló con claridad y
precisión sobre los pecados que aquejaban el pueblo de su época, no dudó en
llamar las cosas por su nombre; hay de ustedes fariseos y escribas hipócritas,
cuelan el mosquito y se tragan el camello, sepulcros blanqueados, por dentro
están llenos de rapiña e iniquidad, serpientes, raza de víboras, les voy a
enviar profetas, sabios y escribas, a uno lo azotarán y lo matarán, a otro lo
perseguirán en sus comunidades (Mt 23,3-36).
En una ocasión
le recomiendan huir de la ciudad, porque Herodes Antipas quiere matarlo, a lo
que sin pensarlo dos veces, responde: “vayan a decir a ese zorro, hoy y mañana
expulso demonios y realizo curaciones, y pasado mañana sigo mi viaje, porque no
puede ser que el profeta muera fuera de Jerusalén (Lc 13,32).
Enfatizó con
claridad que no se puede servir a Dios y al dinero (Lc 16,13). Explicó la
dificultad de los ricos para entrar en el reino de los cielos (Mt 19,23). Él
mismo, haciendo un látigo con cuerdas echó a todos los comerciantes fuera del
Templo “con las ovejas y los bueyes, desparramó el dinero de los cambistas y
les volcó las meses y dijo a los que vendían palomas: ¡Quiten esto de aquí! No
hagan de la casa de mi Padre una casa de mercado.” (Mt 21.12-16).
Con seguridad
enseñaba que el hijo del Hombre tenía que sufrir mucho y ser condenado a muerte
(Mc 8,31). Está claro que el testimonio de su muerte fue el resultado del
testimonio de su vida.
Pedro al
reconocerlo como el Mesías, inmediatamente le dice ¡Lejos de ti Señor, de
ningún modo te sucederá eso! A lo que le respondió Jesús ¡Quítate de mi vista
Satanás, tropiezo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios,
sino los de los hombres! (Mt 16,22-23).
Entonces Jesús
le dijo a sus discípulos: ‘si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá.
(Mt 16,24).
Después de todo
esto y mucho más, afirmamos con seguridad que el grito ¡Todo está cumplido! Es
un clamor de satisfacción. Es una buena noticia, se llegó al culmen de una
misión encomendada.
Decimos que todo
está consumado cuando hemos llegado a la meta final de nuestros propios
objetivos y al final de nuestra existencia.
Todo
está consumado, es el llamado a la Iglesia en todos los tiempos a seguir
haciendo actual el mensaje de salvación, y actualizando la redención de Cristo.
Esta
palabra de Jesús debe ser actualizada en nuestra vida personal, en nuestra vida
familiar, en nuestra vida comunitaria, en nuestra vida eclesial, en la vida
política y social, en definitiva, en nuestra vida dominicana.
Todo
se ha cumplido dijo Jesús cuando tú naciste
Todo
se ha cumplido dijo Jesús cuando nació la familia, cuando nació tu hogar,
Cuando
nació tu sector, tu barrio, tu municipio, tu provincia.
Todo
se ha cumplido dijo Jesús cuando nació nuestro País
Todo
se ha cumplido dijo Jesús cuando nació nuestra Patria
Todo
se ha cumplido dijo Jesús cuando nación nuestra nación
Cuando
nació nuestro País, se deleitó Dios y dijo: República Dominicana, es un hecho.
Ese 27 de febrero de 1844, dijo Dios, ha nacido un País, y Pedro Mir le agregó
“Ubicado en el mismo trayecto del sol”.
Esta frase supone una buena noticia.
Es un respiro ante el trabajo realizado. Como cuando descansó Dios, después de
ver terminada la obra creadora. Ya todo está hecho. Es una buena noticia, saber
que un día nacimos como persona, como familia, como pueblo, como país y como
nación. Pero…
¿Qué
ha pasado después de ese grito divino por la
alegría de que la obra estaba hecha? ¿Por qué a diario me encuentro con
tantos jóvenes graduados de la universidad y andan sin rumbos, sin trabajos y
sin oportunidades? ¿Por qué la gente no valora el medio ambiente, común para
todos?
¿Por
qué se observan bajar cristales de vehículos en nuestras calles que, en medio
del jolgorio y de la briza, se desprende una mano fuera, dejando caer basuras,
papeles, vasos, cartones, botellas, en
las aceras? Como si se tratara algo normal.
¿Por
qué nos da la impresión de que vivimos en una selva al transitar por las calles
de Santo Domingo? ¿Por qué, cuando una persona es asaltada por los
delincuentes, suelen decirle los demás, ¡dale gracias a Dios que estás vivo?
¿Es que ya la delincuencia está en el orden de lo natural en nuestro país? ¿Por
qué tantas muertes violentas y tantos
feminicidios?
Estas
preguntas deben ser contestadas de manera individual por cada ciudadano de
nuestra nación. Todos tenemos responsabilidad de mantener vivo el grito de Dios
“Todo está cumplido”. Pero hay una responsabilidad superior en aquellos que
nosotros, libremente hemos decidido que nos gobiernen. En ellos está la
principal responsabilidad, especialmente de formar la patria y enseñar sus ciudadanos
a ver la realidad con un juicio crítico, y eso se logra desde una buena
educación que fomente los valores. Porque, normalmente las voluntades
colectivas suelen ser siempre rectas, pero no siempre los juicios individuales
son iluminados, decía Jean Jacques Rousseau.
Hermanos
y hermanas, no nos olvidemos nuestros orígenes como persona, como familia, como
pueblo, no olvidemos los orígenes de nuestra patria. Tal como lo expresa
nuestro escudo nacional, al origen de todo, se encuentra Dios, quien provee la
patria y la libertad.
No
estoy de acuerdo con un pesimismo histórico ni antropológico, la palabra de
Jesús “Todo está cumplido, aplicada a nuestra nación, nos ayuda mantener la
esperanza cristiana”. Nos ayuda a
mantener viva la utopía, ubicada en el horizonte, y unidos caminamos tras ella.
Porque la promesa es que Jesús nos acompañaría todos los días, hasta el fin de
mundo.
P.
Roberto Martínez
SEPTIMA
PALABRA
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.”
(Lc. 23, 46)
Diác. José Rosado
En la Biblia el ESPIRITU se transmite a través de la
palabra hebrea: “RUAH”. En el Antiguo Testamento
• Viento (Gen.
3, 8; 1 Re 19, 11)
• una fuerza natural (no se ve- tiene fuerza) (1Re 19,
11)
• Aliento o
respiración: en el hombre y en el animal (Gen 45, 27; Jue 15, 19)
RUAH es:
• fuerza vivificadora (se aspira y expira)
• fuente de vida (Gen 7, 22; Núm 16, 22)
• disposición interna: humildad (Prov. 16, 19; Is. 57,
15; Dan. 3, 39), fidelidad (Núm. 14, 24; Ecl. 7,8; Dan. 5, 20), intención (Ez.
11, 19; 36, 26; Prov. 16, 32; 25, 28)
• Soplo (de Dios) (Gen 6,17)= Dios sopló al hombre el
aliento de vida
En el Nuevo Testamento el
Espíritu es:
• El hálito vital (principio vital) que viene de Dios
y a Dios vuelve (Mt 27, 50; Lc 8, 55; 23, 46; Jn 6, 63) = el PNUEMA (Jn 3, 8;
Heb 1, 7)
• Es asiento de:
ü las “percepciones” y los “sentimientos”, (Lc 1, 47; Jn
11, 33; 13, 21)
ü los “pensamientos” (Mc 2,8; 8, 12; Lc 1, 80; Hech 18,
25; Rom 1, 9)
ü las determinaciones de la voluntad (Mt 26, 41)
Toda la duración de la vida del hombre depende de la
RUAH.
La RUAH = el ESPÍRITU DE DIOS
San Lucas recoge las últimas palabras de:
• Confianza total de Jesús
• ¿Un susurro? ¿Un grito?
Es un grito de victoria:
• Nadie pudo separarlo de su Padre,
de su MISION
• El Espíritu de su Padre le ha
animado toda su vida
• Termina su misión terrenal/carnal:
ü
Lo
dejó todo
ü
Lo
dio todo
ü
Lo
entregó todo
• El Padre romperá el silencio y lo
RESUCITARÁ
• ¿Qué está cumplido hoy?
• ¿Qué has cumplido tú, hoy?
• ¿Qué vas construyendo tú, hoy?
• ¿Qué huellas vas dejando en el
corazón de los tuyos? ¿de tu pueblo?
• Salmo 31, 2-7:
"2.En ti, Yahveh, me cobijo,
¡oh, no sea confundido jamás! ¡Recóbrame por tu justicia, líbrame,
3.tiende hacia mí tu oído, date
prisa! Sé para mí una roca de refugio, alcázar fuerte que me salve;
4. pues mi roca eres tú, mi
fortaleza, y, por tu nombre, me guías y diriges. 5.Sácame de la red que me han
tendido, que tú eres mi refugio;
6. en tus manos mi espíritu encomiendo, tú, Yahveh, me rescatas. Dios de
verdad,
7.tú detestas a los que veneran vanos ídolos; mas yo en Yahveh
confío:"
• Pero hoy, los malos espíritus-
VANOS IDOLOS- han violentado nuestra sociedad.
• Violencia que violenta o priva al
ser humano de su integridad:
ü
física
ü
psicológica
ü
oral
ü
derechos
ü
libertades
La violencia ejercida por una persona, una institución
o situación estructural se inserta cada día más queriendo crear “una cultura de
la violencia” a través de:
• la incapacidad de resolver
pacíficamente los conflictos
• las relaciones de poder
• el dominio del saber
• el militarismo
• una cultura patrialcal
• la discriminación
• el racismo
• la exclusión …
Este Espíritu del mal se manifiesta en:
• la violencia de pareja manifestada
en :
ü
conductas de chantaje,
ü
amenazas,
ü
abuso
físico,
ü
verbal,
ü
sexual,
ü
económico,
ü
patrimonial”
• En la República Dominicana según
ENDESA 2007: “la probabilidad de que una mujer sufra violencia física y sexual
es mayor si tiene o tuvo una relación de pareja”.
• La violencia en el noviazgo: según
la Organización Mundial de la salud: “3 de cada adolescente sufre violencia en
el noviazgo”.
• Pornografía Infantil:
“Abuso sexual contra menores en la
Iglesia”- Scicluna, C,J., Zollmer, Ayotte (eds), 2012
• Nos falta el Espíritu, soplo,
aliento de DIOS
• Nos falta confianza en el amor para
reafirmarnos
• Nos falta dejarnos mover por el
soplo del amor como lo hizo Jesús:
"6.El cual, siendo de condición
divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
7.Sino que se despojó de sí mismo tomando
condición de siervo haciéndose
semejante a los hombres y apareciendo
en su porte como hombre;
8.y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
9.Por lo cual Dios le exaltó y le
otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre." (Fil, 2, 6-8)
• Nos hace falta CONFIAR más en el
proyecto de Dios cuyo Espíritu Santo moviliza ser como personas:
ü
Reflexivo
ü
autoconsciente
ü
comunicativo
ü
gestador
de comunión
ü
abierto
ü
creativo
El Espíritu movido por Dios favorece:
• la relación
• la vida
• la comunión
• la trascendencia
• ES CONEXIÓN con el mundo
• Espíritu: “el modo de ser propio
del ser humano, cuya esencia es la libertad”
El grito de Jesús- “En tus manos
encomiendo mi Espíritu” - es confirmación a:
• Una vida coherente alejada del mal
• A una vida que no dejó su misión
aún las:
Incomprensiones
Los abusos
ü
Los
insultos
ü
Las
injusticias
ü
Los
momentos de soledad y dudas
ü
Los
miedos…
• Es un grito de VICTORIA y una
MIRADA hacia el futuro donde Él se convierte en “PIEDRA ANGULAR”
• Es la victoria obtenida cuando:
ü
Exaltamos
lo bueno
ü
Cuidamos
nuestro medio ambiente: regalo de Dios para todos y todas
ü
Aprendemos
a ser personas – hombres y mujeres – nuevos y nuevas- una manera novedosa de
“SER” en la CONSTRUCCION de una CULTURA de PAZ
ü
Motivamos
mediante la acción a nuestros niños, adolescentes y jóvenes a través de una
educación integral basada en los valores
ü
Luchamos
como pueblo contra el abuso del poder
ü
Nos
unimos para que la justicia sea JUSTA para todos
ü
Hacemos
de la familia, la educación, la salud, la justicia y el desarrollo sostenido
para todos y todas una prioridad
ü
Denunciamos
el mal con nombre y apellido
ü
Anunciamos
el bien con nombre y apellido
• Somos un pueblo bueno, cálido y
cercano.
• Luchemos por mantener lo que nos
une por encima de lo que nos aleja.
• Que un día podamos mirar también al
cielo y gritar victoriosamente: “Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu”
sabiendo que:
ü
hemos
hecho lo que teníamos que hacer,
ü
como
lo teníamos que hacer y
ü
sabiendo
que el Espíritu de Dios fue el soplo de vida que nos impulsó.
• Padre a ti encomiendo nuestro
ESPIRITU como pueblo para que:
ü
se
haga tu VOLUNTAD y no la nuestra.
ü
Para
que lo custodies
ü
Nos
impulses al bien. AMEN.
Diác. José Rosado
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