Por Faustino Collado
Corrupción es un mal humano, individual y social. Es una degeneración moral
de la persona, que al ampliarse y llegar a las instituciones y a las empresas,
tal mancha de grasa, se convierte en un mal social y en una traba para el
desarrollo.
Ese componente moral implica el económico, y así se sustraen fondos
públicos y sociales que van a las arcas de un grupo en perjuicio del bienestar
de muchos. En la UASD de los que realmente trabajamos sin buscar beneficios que
no merezcamos y de los estudiantes que fueron a graduarse.
El perjuicio moral y económico que trae la corrupción ha sido muy
estudiado; también su daño institucional que genera desconfianza, rechazo y
provoca crisis políticas, cambios de gobiernos y descrédito de marcas,
incluyendo la marca país y, en este caso, la marca UASD.
Pero, si la corrupción se da en una universidad, que además es estatal,
esta corrupción, además del daño moral, económico e institucional, suma el daño
académico, entendido este como el relajamiento de la rigurosidad científica que
rebaja la calidad, subvalora la formación cultural, el compromiso profesional y
trastrueca la misión, porque el mal ejemplo de arriba se va desparramando hacia
abajo en descuido, desinterés, negligencia, ausencias, recortes de
programas, facilismo, notas y evaluaciones arregladas, títulos no merecidos, es
decir, todo lo contrario a una academia, que desde Platón significa
regeneración del ser humano para que el conocimiento lidere, y no los corrompidos,
los cuales pueden hacer fracasar cualquier organización y cualquier sociedad,
por sólidas que parezcan estas.
Collado
En defensa de la UASD
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